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Hay un antes y un después en el apoyo mayoritario de la izquierda española al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. Y cuando digo izquierda me refiero a la base electoral tradicional de la izquierda. Esa fecha que marca el antes y el después es, sin duda, mayo de 2010, cuando el Presidente anuncia en el Congreso un paquete de medidas de ajuste duro, en el que se incluían recortes que, hasta entonces, había reprochado a la derecha asumirlos con normalidad. A ese momento le siguió la aprobación de la reforma laboral, una de las más duras, si no la más, del reciente período democrático, lo que condujo a la huelga general del 29-S. En septiembre de 2010 el Presidente se reunió en Nueva York con lo más granado del poder bancario y financiero para que no se cebaran con España. Lo que una parte de esa izquierda que le volvió la espalda le ha reprochado a Zapatero ha sido no reaccionar, como líder indiscutible de la socialdemocracia europea, aunando voluntades de gobiernos progresistas y partidos, en torno a la Internacional Socialista, y haber elaborado un discurso alternativo a las recetas neoliberales para salir de la crisis, aunque después, a renglón seguido, nos hubieran explicado que esas propuestas eran inviables por la mayoría conservadora de los gobiernos de la Unión Europea. Pero, al menos, hoy, seguiríamos teniendo ese discurso alternativo y sabríamos que tendríamos que esperar tiempos mejores para conformar una mayoría socialdemócrata en el seno de la Unión. Sin embargo, se rindió, no solo como presidente de un Gobierno, sino como líder socialdemócrata europeo, y renunció a armar ideológicamente de nuevo a la izquierda. Esto es lo que hoy, con el anuncio de su retirada, muchos le seguimos reprochando.
04/04/2011: No dejas pasar un tema de actualidad. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos