La presidenta del PP madrileño,
Esperanza Aguirre, vuelve por sus fueros neoliberales y afirma que la política
no puede ser una profesión sino que a ella deben venir los mejores y entenderla
como un servicio a los demás. Aunque lo diga después de llevar 37 años viviendo
del sueldo público, lo que dice no es nada nuevo pues ya el primer liberalismo
doctrinario de principios del siglo XIX concebía la política de esta manera,
retomando por cierto aquella concepción del mundo clásico greco-latino. En
síntesis, esta concepción vocacional y no profesional de la política estaba
reservada en exclusiva, tanto en la Antigüedad greco-latina como en el siglo XIX, a
quienes tenían la capacidad económica suficiente para no vivir de la política
pero que, al mismo tiempo, tenían “intereses en la política”, pues ésta
afectaba también a sus intereses particulares, que no eran otros que
económicos. Por tanto, Esperanza Aguirre, siguiendo el modelo de Cospedal en
Castilla-La Mancha, defiende la política como algo restringido a quienes puedan
subsistir, y muy bien, de otras actividades, negando así el derecho a la
representación política a quienes no dispongan de un buen colchón económico que
permita los gastos que conlleva. ¿Y quién representará entonces a los que nada
tienen?
Pero el problema no lo tiene Aguirre, lo tenemos nosotros que seguimos sin querer ver que los burgueses tienen las cosas claras y una estrategia y una tactica y nosotros nos negamos incluso a llamar por su nombre a los anarko-capitalistas. ¿cuando llamaremos por su nombre a los que se estan cargando todo?
ResponderEliminarEntonces que hacen ell@s tantos años en politicá chupando del bote.SINVERGÜENZAS¡¡¡¡
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