Una vez más, los jerarcas de la Iglesia católica deciden
jugar con fuego y abrir la espita que puede encender la llama. La decisión
tomada por los obispos franceses y españoles de alimentar la bicha integrista,
en plena crisis económica y en pleno cuestionamiento del proyecto europeo, pone
de manifiesto la tremenda irresponsabilidad y egoísmo de esta élite de
prelados, que vuelve a demostrar su profundo distanciamiento con los valores
republicanos y democráticos, retratándose por enésima vez como representantes
de una institución, la Iglesia
de Roma, arcaica, retrógrada y temeraria para la convivencia ciudadana. El papa
Francisco parece incapaz de frenar las veleidades autoritarias de los obispos
franceses y españoles, avivando aquéllos la campaña homófoba más violenta
desatada jamás en Francia ─a cuenta del proyecto de ley sobre el matrimonio
homosexual─ y llamando éstos al orden al Gobierno de España para que legisle en
contra del aborto, retrotrayendo la legislación española en la materia a
posiciones restrictivas y anticuadas que se habían superado, afortunadamente,
hace veinte años. ¿Qué dirían estos anquilosados jerarcas si los gays franceses
y las feministas españolas emprendieran una agresiva campaña para apostatar de la Iglesia ?
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