El domingo pasado Jesús reunió a unos cuantos de tus amigos para recordarte en el día que fue tu
cumpleaños acá, en el mundo que decidiste abandonar hace cinco meses. Yo tenía
pensado acudir a esa cita, sobre todo para recitar un poema de mi amigo Iñaki
Echarte y para proponer que en junio, coincidiendo con el día que te marchaste,
hagamos otra reunión, más grande y preparada, para rendirte un pequeño pero
sentido homenaje. Tengo pensadas varias actividades para ese próximo día, pero
me las callo por ahora, ya lo prepararé con Jesús. De momento, me perdonas por no
haber acudido el domingo a la cita de Jesús. Ya sabes que tengo un horario de vida
complicado y dependo de lo que pueda dormir por el día. Y ése no pude dormir
apenas. Si te sirve de consuelo, ya sabes que no puedo olvidarte, que estás
presente todos los días en mi pensamiento, irresolutas aún las dudas que me
planteó tu súbito y violento suicidio. Yo sé que hay algo que nos quieres
decir, que hay algo precipitado e imprevisto en tu partida, una solución final
quizá no calculada. Sigo pensando que hay una gran incógnita en esa decisión
que tomaste y quizá nunca pueda desvelarla, pero quizás algún día los objetos
que nos dejaste hablen por ti y me contesten las preguntas que hoy siguen
teniendo interrogantes sin cerrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario