Decía Bruto que un pueblo que antepone los
intereses de los individuos a los intereses de la comunidad es un pueblo
indigno; que un pueblo que teme a los extranjeros no es un pueblo refinado; y
que un pueblo que tolera gobiernos tiranos es un pueblo dormido o, peor aún, un
pueblo muerto. Han pasado muchos siglos desde aquellas reflexiones y, sin
embargo, en el seno de la misma Europa que alumbró a Bruto, algunos de sus
pueblos incurren en los mismos vicios y defectos en que incurrió una República
romana decadente y corrompida que dio paso a siglos de gobiernos autoritarios revestidos
de potestad imperial.
Parafraseando la famosa obra de Stefan
Zweig (Momentos estelares de la Humanidad ), en
España necesitamos un momento estelar. La crisis económica ha desvelado
actuaciones particulares que promovían intereses corporativos obviando los
intereses generales. Así, administraciones públicas y partidos se embarcaron en
una vorágine especulativa con ilimitada financiación bancaria que desplegó por
España auténticos despropósitos urbanísticos y megalómanas infraestructuras,
que engordaron las cuentas de políticos, empresarios y banqueros, y que ahora
arruinan para generaciones futuras las cuentas públicas de pueblos y ciudades.
Toda esa burbuja infló las expectativas de trabajo en España, atrayendo a
nuestro país a algún millón que otro de extranjeros que, con o sin papeles,
trabajaron, vivieron y consumieron entre nosotros, facilitando un crecimiento
económico y fiscal sin precedentes, del que todos, extranjeros y españoles, nos
hemos beneficiado. Ahora, una vez pinchada la burbuja, aumentado el paro hasta
cifras irrespirables, y reducidos nuestros derechos, prestaciones y renta per
cápita hasta alguna década pasada, nos hemos dado un Gobierno que, alzando la
voz sobre los destrozos que causa, miente diciendo que se ha mantenido el
Estado del bienestar y que ya comienza la recuperación; un Gobierno que, aprovechando
el estado catatónico que causa la crisis, anuncia legislaciones restrictivas de
derechos que creíamos ya asentados.
El panorama es desolador: millones de
parados, cientos de miles de desahuciados, miles de jóvenes bien formados
huyendo de España, gente a las puertas de supermercados para llevar a casa
comida casi caducada, gente rebuscando en los cubos de basura algo que cubra
alguna necesidad básica, miles de enfermos dependientes despojados de ayudas
recientemente concedidas, miles de enfermos crónicos expulsados de la
financiación de sus caros medicamentos, miles de extranjeros sin papeles
desatendidos en atención primaria, miles de niños desnutridos asistiendo a
duras penas a sus colegios, miles de estafados por las preferentes, miles de
jubilados recortando sus últimos años de complacencia por tener que ayudar a
sus hijos y nietos… ¿Qué bomba ha caído sobre España?
El panorama es más desolador aún cuando a
ese escenario de guerra se contrapone el protagonizado por cientos de imputados
en procesos de corrupción bancaria, otros cientos de imputados en procesos de
corrupción política, un partido que gobierna parapetado tras una trama de
financiación oscura, jueces perseguidos por intentar encontrar en las leyes
algo de justicia para tanto estafado y olvidado, miembros relevantes de
instituciones públicas pillados con las manos en la caja, equipos de fútbol
donde se han lucrado directivos y jugadores a costa de evadir impuestos y deber
millones de euros a las arcas públicas, infantes consortes e infantas
enamoradas lucrándose de presupuestos públicos inflados, cajas y bancos de
rapiña rescatados con dinero público que ya no devolverán, kilómetros de
autopistas arruinadas a la espera de otro rescate público, prospecciones
petrolíferas que anuncian un improbable maná y que arruinarán ecosistemas
emblemáticos, cientos de empresas vendiéndose al mejor postor extranjero,
dinosaurios urbanísticos a la espera de ocupación foránea elitista, fábricas de
la marca España cerrando y anunciando despidos…
Todo el régimen político y socio-económico
que diseñó la
Constitución de 1978 se cae a pedazos, corrompido y arruinado
por culpa de una crisis que ha desnudado las miserias de nuestra clase
política, bancaria, empresarial, sindical y judicial. Casi ninguna institución
se salva, todas son frágiles ante el asalto de la corrupción. Como defienden
algunas formaciones políticas (Podemos, La Izquierda , Equo, Constituyentes, Republicanos,
Izquierda Unida…), el régimen nacido de la transición del 78 hay que resetearlo
y reformarlo de los pies a la cabeza. ¿Qué mejor ocasión que ésta, aprovechando
tres tormentas perfectas: la sucesión a la Corona , el derecho a decidir de Cataluña y los
jirones que ha dejado en el sistema político la crisis económica y la corrupción?
¿Por qué nos dicen que son necesarias reformas estructurales en la economía y
callan que también serían necesarias en la política? ¿Acaso un nuevo sistema
económico puede prosperar sin un nuevo sistema político? Vayamos a un proceso
constituyente donde los españoles decidan, primero, si quieren monarquía o
república y, después, si quieren Estado autonómico o federal. Únanse todas las
formaciones políticas y sociales que demandan ese proceso constituyente y
salgamos a nuestra plaza Tahrir o a nuestro Maidán, que está esperando un
impulso definitivo.
En contadísimas ocasiones los españoles
hemos encontrado en nuestros representantes políticos la misma sintonía y
fuerza para impulsar cambios radicales en nuestro sistema político, cambios que
trajeron luz, ilusión y prosperidad. Solo en el período de las Cortes de Cádiz
(1810-1814), la Segunda República (1931-1936) y la Transición (1975-1979)
nuestros políticos estuvieron a la altura de las circunstancias y concitaron el
apoyo mayoritario del pueblo para acometer reformas políticas estructurales.
Eso es lo que necesitamos ahora, de nuevo, y la primera batalla debería
comenzar en las próximas elecciones europeas, pues hoy, igual quizá que en
1808, España se enfrenta a una pérdida de soberanía, que la une a los países
periféricos del euro. Si entonces algunos países europeos se sometían al
imperio napoleónico, hoy algunos países europeos se someten al imperio
neoliberal del euro-norte.
Nada en la Unión Europea cambiará si los
países del euro-sur no hacen un frente común contra la troika (CE, BCE, FMI) y
el austericidio. ¿Qué proponen los partidos de izquierda que se presentan a las
elecciones europeas en este sentido? ¿Dónde están las propuestas de armar ese
frente común del euro-sur en el Parlamento y en el Consejo europeos? No
encuentro en la izquierda europea propuestas decididas en este sentido, solo
propuestas genéricas que apelan al cambio de mayorías en los países del
euro-sur o en el Parlamento Europeo, pero nada con respecto a hacer del
euro-sur un frente común contra el euro-norte, lo cual me hace sospechar que la
izquierda moderada y progre ha decidido someterse a la dictadura de los
mercados y la troika sin hacer mucho ruido. Ahora que me doy cuenta, el momento
estelar lo necesita no solo España sino también
el sur de Europa y toda la Unión
Europea.
Hola amigo Francí,
ResponderEliminarEl último párrafo de tu artículo es genial y fantástico. Ahí está la clave. No vemos esa necesaria alternativa del euro-sur (o sur de Europa) frente al euro-norte. Necesitamos, como bien dices, propuestas concretas para armar un frente común del euro-sur en el Parlamento y en el Consejo europeo.
Espero que llegue mas pronto que tarde , acompañado de gente seria y que no le guste robar al pueblo.. que sea de izquierdas a estas alturas e la democracia no garantiza nada, solo pido que no cometa errores del pasado o la puede que volvamos a 1936 ...
ResponderEliminarMe ha gustado tu artículo .
Fantástico !! Enhorabuena !!
ResponderEliminarMuy bueno el articulo Franci Xavier es esperanzador ver ideas claras.
ResponderEliminarSuerte
BIEN PLANTEADO
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