http://www.nuevatribuna.es/opinion/franci-xavier-munoz/gracias-presidente-suarez/20140325084445102057.html
En el día de su
sepelio, me sumo a las condolencias por el fallecimiento del expresidente del
Gobierno, Adolfo Suárez, y reconozco la labor desempeñada por él durante los
años de la transición a la democracia. Asimismo, agradezco al expresidente
Suárez su valor y coraje para enfrentar un proceso complicado en el que tuvo
que vérselas con distintos sectores que querían impedir, ralentizar o acelerar
la transición a un régimen democrático y que, en algunas ocasiones, hicieron
peligrar el camino que la inmensa mayoría de la sociedad española quería
recorrer en paz y libertad.
Más allá de
diferencias ideológicas y de defectos o limitaciones, la transición fue
pilotada por Adolfo Suárez con aciertos y desaciertos, pero con un horizonte
claro y un objetivo final, que se consiguió con la promulgación de la Constitución de 1978,
texto que, por otro lado, necesita de una reforma total o parcial que corrija
las carencias que la crisis económico-política actual ha puesto encima de la
mesa.
Adolfo Suárez
supo ver las nuevas formas políticas y económicas que necesitaba España después
de una larga y cruenta dictadura, y supo dirigir el proceso de distanciamiento con
el régimen franquista, coordinando los deseos de una clase política aperturista
con las demandas de una oposición social y política que llevaba años
expresándose en las fábricas, en la Universidad
y en la clandestinidad.
Las
transformaciones políticas profundas y pacíficas solo son posibles si la
presión social consigue cambiar el inmovilismo de quien gobierna. Adolfo Suárez
convenció a quienes desde el poder tenían la llave para que las puertas de la
democracia que la sociedad española demandaba desde hacía años se pudieran
abrir sin romper la paz social que dicha sociedad se había dado a sí misma para
no repetir los estragos de épocas pasadas. Solo por ese mérito, el expresidente
Adolfo Suárez merece el respeto y la consideración de la sociedad española, lo
que no impide la crítica a otras debilidades y carencias de la transición, que
seguimos pagando los de siempre.
No comparto el
desmerecimiento con el que le trata
cierta izquierda, achacándole la responsabilidad de haber descafeinado
una transición hacia un régimen más justo y equitativo para la clase trabajadora
y para la España
que había perdido la Guerra Civil.
Esa izquierda parece olvidar las circunstancias dificilísimas en las que tuvo
que operar Adolfo Suárez, con unos poderes fácticos franquistas tutores del
proceso de transición a la democracia. ¿Qué hubiera sido de la misma si el Rey
hubiera elegido a otro?
Creo que Adolfo
Suárez hizo mucho más de lo que esperaban dichos poderes fácticos y, por eso
mismo, en cuanto comenzó a gobernar en 1977, ya como presidente legitimado por
las urnas, conspiraron contra él, pues descubrieron que los horizontes que se
había marcado traspasaban los límites de una ideología conservadora-liberal,
estando su acción de gobierno incluso más cerca de la socialdemocracia que el
propio ideario de Felipe González, como han apuntado en varias ocasiones
políticos y periodistas que vivieron aquellos años de gobiernos suaristas.
Algunos también
le achacan la maldad de haber favorecido al Partido Comunista solo con el
objetivo de dividir a la izquierda, en un intento de reproducir aquí la
escenografía electoral italiana, de manera que un partido de centro-derecha
gobernara de manera permanente, con más o menos apoyos a un lado o al otro de
la bancada parlamentaria. En ese sentido iría el diseño del sistema electoral
que su Gobierno aprobó, y que en lo básico permanece invariable en la
actualidad. Puede que esa maldad fuese cierta, pero también lo es que Suárez no
podía dar por sentado entonces que siempre PSOE y PCE fueran a estar divididos.
Y, por otro lado, el PSOE ha gobernado 21 años y nunca ha cambiado dicho
sistema electoral para hacerlo más proporcional, como tampoco ha modificado los
acuerdos preconstitucionales con la Santa Sede ,
al igual que tampoco ha acometido una reforma del Poder Judicial que hubiera
limpiado éste de personajes franquistas, ni tampoco ha embridado el enorme
poder de las patronales bancaria y empresarial.
Que dicha
izquierda se fije más en los vacíos que Suárez dejó en el camino que en los
huecos que no llenaron los supuestos gobiernos progresistas de González y
Zapatero tiene, cuanto menos, algo de guasa. Ya me hubiera gustado a mí ver al
propio González, a Carrillo o a Tierno Galván con la mitad del arrojo que
Suárez le echó al asunto frente a esos poderes fácticos que llevaban cuarenta
años acostumbrados a mover los hilos. Solo por esa determinación, que causó
sorpresa hasta en la izquierda menos moderada, ésta debería reconocerle hoy su
papel y agradecerle, aunque sea un poquito, el esfuerzo que puso en incluir a
esa izquierda en el nuevo régimen democrático,
con lo que estaba cayendo entonces.
No soy
monárquico ni suarista pero tanto al Rey como a Suárez les reconozco el mérito
y la valentía de haber restaurado el juego democrático antes que el régimen
constitucional, pues desde julio de 1976 a diciembre de 1978 Don Juan Carlos no
hizo uso de algunos poderes franquistas heredados como Jefe de Estado para
facilitar la transición y Adolfo Suárez se jugó el todo por el todo para que
nosotros, hoy, disfrutemos de esta democracia constitucional que tantas mejoras
necesita.
Maravilloso !!
ResponderEliminarPues si señor. Hay que reconocer los méritos sean de quien sea, y si son de gente no tan a fin a nosotros más, así acabaRíamos con un país en el que vale mas el cuchicheo, los favores a inútiles y la envidia mala y empezariamos a premiar lo que vale y, con ello a evolucionar de ese olor rancio a caciquismo que no se nos va de las solapas.
ResponderEliminarcreo que tiene toda la razón.
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