http://www.nuevatribuna.es/opinion/franci-xavier-munoz/
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article77316
http://www.ecorepublicano.es/2014/11/el-lio-catalan-de-rajoy.html
http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/lio-catalan-rajoy-frnci-xavier-munoz/
Le
gusta decir al Presidente Rajoy que él siempre vive en el lío. Pues bien, tras
unos días de ausencia, quizá buscada, el presidente del Gobierno compareció
finalmente ante la prensa para enredarse en una serie de incongruencias y
sinsentidos, propios de su manera personal de entender la política pero, quizá
también, propios de su incompetencia manifiesta para afrontar grandes retos que
le supongan un esfuerzo inusual, debido a esa supuesta indolencia de la que le acusa
siempre el PSOE.
En
paralelo a esta comparencia, el Gobierno central presionaba a la Fiscalía General
del Estado para que, a su vez, presionara a la de Cataluña, con la intención de
presentar una querella contra el presidente de la Generalitat , Artur
Mas, extensible a algunos otros responsables del Govern. Afortunadamente, la Fiscalía catalana ha
frenado las prisas de la Fiscalía General ,
no dejándose amedrentar, para calificar adecuadamente los supuestos delitos en
los que hubiera podido incurrir la Generalitat.
Estrepitoso papel el que hizo la líder del PP catalán, Alicia
Sánchez-Camacho, anunciando una querella inminente de la Fiscalía , dejando así en
muy mal lugar la supuesta autonomía del Ministerio Fiscal.
De llevarse a cabo, finalmente, la querella
de la Fiscalía
contra la Generalitat ,
nos encontraríamos con la tormenta perfecta para enquistar la desafección de
Cataluña hacia España, dando argumentos a los independentistas para, esta vez
sí, internacionalizar el conflicto. Lo ha dejado claro Artur Mas con su
pregunta: “¿Se imaginan la vuelta al mundo que daría una denuncia de un
Gobierno central contra otro autonómico por poner unas urnas para ejercer el
principio democrático?”.
¿Qué sentido tienen, pues, estas hipotéticas actuaciones de la Fiscalía con la rueda de
prensa de Rajoy? Yo creo que nada es casual y todo tiene relación en la hoja de
ruta que se ha trazado el presidente del Gobierno y de la que da cuenta esa
comparencia ante los medios tan incongruente y contradictoria.
Primero,
dice Rajoy que el proceso participativo catalán del 9N ha constatado algo que
ya se sabía, que hay más catalanistas que independentistas. Si el Gobierno
central se hartó de calificar a dicho proceso como un sucedáneo de referéndum
sin valor jurídico ni trascendencia alguna, ¿por qué ahora le sirve al Gobierno
dicho proceso para constatar una verdad que cree irrefutable? O el proceso
valía, aunque fuera para esto, o no valía. Pero el Gobierno dijo que no valía para
nada. Primera incongruencia, por tanto.
Derivada de la “constatación” anterior cabe hacerse otra pregunta. Si
ahora ya sabemos, según Rajoy, que hay más catalanistas que independentistas,
¿por qué no autoriza el Gobierno central una consulta en Cataluña, tal y como
le pide ahora Artur Mas? Nada mejor que estrellar ante la supuesta mayoría de
independentistas la “constatada” -por Rajoy- mayoría silenciosa de
catalanistas. Segunda incongruencia, falsedad o temor, como queramos llamar a
esta conclusión.
Tercera incongruencia. Dice Rajoy que el referéndum legal no puede ser
porque él piensa que la independencia es mala para Cataluña y para España. Aquí
estamos ante un político mediocre que antepone su opinión personal a la de todo
un pueblo que, encuesta tras encuesta, manifiesta mayoritariamente su deseo de
expresar su opinión en una urna electoral. Mariano Rajoy no es, evidentemente,
un estadista, pues desprecia olímpicamente no solo al pueblo catalán sino a sus
representantes en el Parlament, que en mayoría de dos tercios ha declarado
institucionalmente, una vez tras otra, la pretensión de consultar a sus
ciudadanos sobre el encaje de Cataluña con respecto a España. El Gobierno
central se empeña en declarar ilegal una consulta a los catalanes porque la
confunde con el referéndum consultivo del artículo 92 de la Constitución , no
siendo lo mismo una cosa y otra, porque la consulta no versa solo sobre la
independencia (habilita también las opciones autonomista y federalista) y
porque, además, el referéndum constitucional versa sobre decisiones políticas
de especial trascendencia (la
Generalitat no ha tomado ninguna todavía) y en él tendrían
que participar, según el Art. 92 CE, “todos los ciudadanos”, es decir, todos
los españoles.
Cuarta incongruencia. Dice Rajoy que cree en el diálogo para resolver
problemas políticos pero eso diálogo tiene que enmarcarse en los límites que
marca la Constitución.
¿Cómo entonces se van a resolver problemas políticos que, llegado el caso, no
resuelve la Constitución ?
Nos falta de nuevo el estadista que comprende que una Constitución está agotada
para dar solución a nuevas circunstancias sociales o territoriales y hay que
reformarla. La actitud inmovilista de Rajoy nos lleva a concebir la Constitución de 1978
como una losa inamovible, excepto para aquello que los dos grandes partidos
quieran mover. Cierto es que nuestra Constitución se adapta a las nuevas
situaciones a través de las mutaciones operadas por las sentencias del Tribunal
Constitucional (como en todos los países con sistemas de justicia
constitucional concentrada y no difusa), pero eso no puede impedir en modo
alguno que, después de más de tres décadas de vigencia, nuestra norma
fundamental no pueda ser cuestionada y, por lo tanto, reformada.
A
pesar de estas incongruencias, el Gobierno central se empecina en seguir
negando la legalidad a una consulta catalana y, aparentemente, en seguir
rechazando una tercera vía, la reforma constitucional; lo que, inevitablemente,
llevaría al Gobierno y Parlamento catalanes a convocar unas elecciones
plebiscitarias, de las que, si resultara una mayoría cualificada, se podría
derivar una declaración unilateral de independencia. Tras la rueda de prensa de
Rajoy, que encalla todavía más el conflicto, y la hipotética actuación de la Fiscalía , junto a las
posibles elecciones catalanas, solo queda deducir que todo responde a una
estrategia pactada entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, desconozco si con
la anuencia o no de los partidos soberanistas catalanes, aunque sospecho que
con la complacencia de alguno de ellos.
Dicha estrategia, en mi opinión, se sustenta en la debilidad de Rajoy
ante la derecha extrema de su partido y pasa por un grado más de deterioro del
conflicto para que el PSOE proponga una reforma constitucional (ya está en
ello) que evite al PP aparecer ante su electorado más radical como el impulsor
de dicha reforma. La situación en Cataluña requiere un poco más de complejidad
para asustar lo suficiente a esa mayoría silenciosa no independentista que vería
con buenos ojos, in extremis, una
reforma de la
Constitución que diera encaje a las nuevas pretensiones de
Cataluña y, de paso, resolviera otras cuestiones pendientes, como la sucesión a
la Corona , por
ejemplo. Así, Rajoy, en su estilo, siempre podría defender que se vio abocado
por las circunstancias a abrir el melón de la reforma constitucional para
llevar a España a un Estado cuasi federal (o federal del todo), algo a lo que,
por cierto, tiene alergia la derecha europea, con la honrosa excepción de la
alemana.
Decía yo en el mes de julio, en mi artículo “Pedro Sánchez, de aquí a noviembre” (http://www.nuevatribuna.es/opinion/franci-xavier-munoz/pedro-sanchez-aqui-noviembre/20140723090238105366.html) que la “reforma de la Constitución (…) está
siendo ya cocinada por PP y PSOE entre plato y plato, servidos en algunos
reservados de restaurantes de postín”. Y así lo sigo pensando, pues hay ahora
razones imperiosas como las hubo en 1977, cuando Suárez y Carrillo pactaron en
secreto la legalización del PCE durante una larga conversación de madrugada en
el chalé madrileño del abogado José Mario Armero. Las grandes decisiones políticas
parece que en España se siguen tomando con nocturnidad y alevosía…
Creo que la afirmación, aceptada por la borregada, de que hay más catalanistas que independentistas es pura falacia si tenemos en cuenta que el pp saco el 30% de votos del electorado, es decir un tercio y tiene mayoría absoluta. En Cataluña habría mayoría independentista porque han sacado mas de un tercio del electorado.
ResponderEliminarMe encanta como escribes...
ResponderEliminarMagnífico artículo amigo Francí. Como siempre haces nos muestras un muy acertado análisis. Menos mal que la ciudadanía cada día está más organizada y es más consciente y conseguirá a través de esos procesos de unidad ciudadana y popular que está liderando Podemos terminar con esta casta de políticos podridos y que solo van a sus exclusivos intereses.
ResponderEliminarMuy buen artículo Francí! Necesitamos políticos con alturas de miras y visión de Estado!
ResponderEliminarEstamos en manos de auténticos pirómanos y gente mediocre.
Acabo de leer su inteligente artículo, me ha gusta mucho. Yo también creo
ResponderEliminarque los textos jurídicos tienen una vida y si cambian las circunstancias
socio-económicas se debe cambiar el Derecho por muy en la cúspide que esté
el texto. En todo caso, yo ya no veo esa vía para el caso catalán. La
consulta debiera ser a todos los españoles porque a todos los afecta, pero
ni así se resolvería. El tema ha llegado a ser visceral, han sido cuarenta
años de enseñar a varias generaciones que los españoles les robamos y los
invadimos y eso ya es muy difícil de erradicar. ¿qué número son los que
piensan así y los que no? son siglos ya de la misma historia. Yo estuve en
el Congreso España contra Cataluña y ese es el discurso, es demasiado odio
y contra el odio hay pocas razones. La verdad es que es un momento difícil
y no sé si hay una solución posible y mucho menos buena.