Águilas lleva impregnado en su entraña
el recuerdo pardo
de una tarde de pegajoso verano
que consumió mi vida
como una llama consume el fósforo.
Acabamos en aquel rincón rocoso
como dos caminos mueren
en el cruce que los une.
Compartí con ella una playa,
un paseo, un bocadillo
y un acantilado que imaginó naufragios
de galeras y bergantines
contra esa pared temeraria.
Ya aquel viaje por la historia de la mar
fue, sin yo saberlo, un presagio
de un final tan rotundo y estridente
como estridente y rotunda era,
todavía, nuestra amistad.
Una mirada certera y confundida
saltó a las aguas embravecidas
de aquel trozo de océano.
© FRANCÍ XAVIER MUÑOZ, 1990
La estancia del mate. Poemario I
Que bonito!!!!!!!!! total nada, del 90, la época en que nos conocimos.
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