Este es el tema del verano en la izquierda
alternativa: confluencia sí, confluencia no, de cara a las elecciones generales
de final de año. De nuevo, las suspicacias entre unos y otros, los oportunismos
políticos, la sopa de letras, las amistades peligrosas, la sempiterna división
de la izquierda… Parece que, como decía Iñaki Gabilondo, en este país la
derecha sigue siendo lista y la izquierda tonta.
Independientemente de lo que se haya
defendido antes o después, vivimos en una vorágine política que cambia día a
día y, por tanto, hay que estar muy atentos a las circunstancias que modifican
las preferencias electorales de los ciudadanos. Al igual que en lo personal
vivimos en la era de las contraseñas, en lo público parece que vivimos en la
era de las encuestas. No hay día que algún medio no nos ofrezca alguna, y siempre
esa encuesta, más mediatizada o menos, provoca ríos de tinta, sobre todo
digital.
Así pues, creo que debemos estar atentos a lo
que van diciendo las encuestas para encarar las próximas elecciones generales
en la izquierda alternativa. Y parece que en todas ellas los ciudadanos de
izquierda siempre expresan un deseo de confluencia, es decir, un deseo de
unidad en un espacio común, variado y respetuoso, en el que puedan convivir las
diferentes sensibilidades de la izquierda alternativa, un espacio que pueda
albergar un programa común, mínimo pero común, que devuelva a la mayoría social
de este país -que sigue siendo de izquierdas- la confianza en la política, en
lo público, en sus representantes y gobernantes y, sobre todo, la seguridad en
que la gestión de los intereses generales no va a estar condicionada a ningún
interés particular, como los viejos partidos europeos socialdemócratas –hoy
reconvertidos a social-liberales- se han encargado de traicionar, entregando el
poder representativo de gobiernos y parlamentos –el poder del pueblo- a los
dictados de los grandes poderes financieros y económicos.
Es cierto que, por un lado, la reciente
experiencia de las elecciones municipales nos demuestra que las listas de
confluencia han sido un éxito allá donde se han concretado. Y, por otro lado,
también hay que reconocer que de la reciente experiencia de las elecciones
autonómicas debemos concluir que la marca Podemos ha cosechado el éxito en
solitario que más o menos intuía. Por lo tanto, la incógnita a resolver es el
comportamiento electoral de la izquierda alternativa en unas elecciones
generales, y de ahí las prisas y los nervios de algunos y la calma y la
complacencia de otros. La respuesta no es sencilla, aunque cada uno debe
aportar la suya, y a eso me animo yo en estas líneas.
Cierto es que Izquierda Unida está pagando
la soberbia con la que trató a todo el movimiento político y social que intentó
confluir con ella para las elecciones europeas del año pasado. Los compañeros
de IU se encargaron entonces de decir a los demás que primero ellos en las
papeletas electorales y después el resto, de lo que surgió la gran decepción
que hizo eclosionar a Podemos, con un resultado electoral envidiable, que
supuso el primer toque de atención para IU. De su actitud en los meses
siguientes no se deducía que tomaba en serio a Podemos y, por lo tanto, muchos defendimos
la concurrencia en solitario de Podemos a las elecciones municipales y
autonómicas, lo que en parte se ha cumplido y en parte no. Sin embargo, de esa
doble comparencia electoral, en confluencia con otros a las municipales y en
solitario a las autonómicas, Podemos sólo puede exhibir gobiernos –por tanto,
éxitos completos- en el ámbito municipal, es decir, cuando ha concurrido a las
urnas en confluencia con otros, e incluso en algún lugar con IU. De los
resultados autonómicos Podemos también puede exhibir cierta alegría, pues su
apoyo a los candidatos del PSOE ha facilitado el cambio –entendido por la
expulsión del PP- en algunas comunidades autónomas, pero no gobiernos podemitas. ¿Cuál de los dos modelos, por
tanto, tendría más éxito en unas elecciones generales? Para responder a esta
pregunta, creo que hay que estar atentos a los siguientes condicionantes:
Primero: los apoyos de Podemos a candidatos
del PSOE para gobiernos, sobre todo autonómicos, aunque también municipales,
tienen que traducirse inevitablemente en una mejora de las expectativas
electorales del PSOE en esos lugares, salvo que Podemos sea capaz de hacer un
seguimiento exhaustivo de esos pactos y publicitarlo permanentemente porque, de
lo contrario, quien gobierna fagocita las siglas partidistas.
Segundo: Las elecciones generales se
fundamentan en la provincia como circunscripción electoral, lo que introduce un
elemento de distorsión para la izquierda alternativa en las provincias menos
pobladas, donde es menos conocida. La dispersión en ellas, por tanto, sólo favorecerá
a los grandes partidos. De alguna manera, electoralmente hablando, las
generales son más parecidas a unas municipales que a unas autonómicas, de ahí
que las municipales siempre sirvan de testigo anticipatorio para los dos
grandes partidos.
Tercero: El cambio de actitud en IU, de la
mano de Alberto Garzón, parece sincero. Las elecciones autonómicas han supuesto
el segundo varapalo electoral para la coalición de izquierdas y, ante la
perspectiva de desaparición, se ven forzados a acelerar la confluencia con
otros partidos de izquierda y movimientos sociales de cara a las elecciones
generales. Pero también es verdad que en las elecciones municipales, cuando han
concurrido en confluencia, e incluso con Podemos, han cosechado resultados muy
aceptables y esperanzadores. ¿Quiere decir eso que cierto electorado de
izquierdas ha perdido el miedo a votar una candidatura donde esté incluido el
PCE? Porque, aunque no se exprese en público, se sigue expresando en privado:
hasta la llegada de Podemos mucho votante socialista desencantado con el PSOE
se quedaba en casa antes que votar a IU, por la sola presencia en ella del PCE.
Y es que, a pesar de las décadas que han pasado, creo que en la izquierda
siguen abiertas esas heridas entre socialistas y comunistas que resquebrajaron
la segunda experiencia republicana de nuestra Historia y coadyuvaron a la
debilidad del ejército republicano frente al franquista. No sólo yo sino muchos
de mis amigos nos hemos criado en hogares de izquierda con esa clara división
entre lo socialista y lo comunista. Creo que, a día de hoy, esa puede ser
todavía una razón para la resistencia de Podemos a la alianza con IU, y quizás
IU debería ser consciente también de esa posible rémora y promover una
renovación del PCE que lo aísle y aleje de ese pasado tan vapuleado por la
derecha extrema. Toda la izquierda le debe mucho al PCE durante la dictadura
franquista, es cierto, pero iniciada la transición y hasta hoy, creo que esa
lucha opositora a Franco se ha vendido menos o peor que las luchas fratricidas
con socialistas y anarquistas durante la
II República y la Guerra Civil , quedando éstas
más que aquélla en la memoria o el conocimiento de las generaciones más
jóvenes. Además de esta circunstancia, el comunismo en este país se sigue
vinculando mucho a las históricas experiencias totalitarias de los países de la Europa del Este,
vinculación que la derecha extrema se ha encargado siempre de manipular, pues
el PCE fue de los primeros en Europa en desmarcarse de aquellos totalitarismos
y enfilar la vía del eurocomunismo en democracia. Pero, aún así, en grandes
países europeos el comunismo hizo una transición a formas más amables,
desvinculadas del todo de un pasado extremista, renunciando a ciertas máximas,
señas de identidad históricas, logotipos, banderas e incluso nombres. Hablo de
Francia, Alemania e Italia, por ejemplo, quedando a día de hoy en el este y sur
de Europa principalmente partidos comunistas que muchos electores siguen
vinculando a la Europa
de la posguerra. Yo no hago un análisis politológico de este condicionante sino
exclusivamente testimonial de mi entorno más inmediato, no militante, y de ahí
mi reflexión sobre la conveniencia de que el PCE también se renueve con los
tiempos de esta nueva política que demanda ahora la ciudadanía indignada.
Cuarto: Si Podemos es capaz de confluir con
ICV y con EUiA para las elecciones autonómicas catalanas, ¿cómo se explicaría
que no pudiera alcanzar pactos similares con Compromís en el País Valenciano o la CHA en Aragón o Anova en
Galicia, etc.? Pactos autonómicos que defiende el secretario general de
Podemos, Pablo Iglesias, para concurrir a las elecciones generales en las
circunscripciones electorales provinciales de dichas autonomías. Es una
estrategia alternativa a la de alcanzar un acuerdo estatal, como el que plantea
la plataforma Ahora en Común. Pero sea a nivel autonómico o a nivel estatal,
creo que Podemos no podrá rechazar la confluencia con IU en aquellas provincias
donde IU mantenga expectativas de obtener representación parlamentaria. Tanto
si la fórmula es estatal o autonómica, al final hay que rellenar candidaturas
provinciales y creo, sinceramente, que toda la izquierda alternativa suma más
junta que separada. Hay provincias suficientes para repartir candidaturas
cremallera de diversas formaciones y habría grupo parlamentario más que
suficiente para que algunas individualidades sigan destacando. Sólo habría que
ponerse de acuerdo en el candidato o candidata a la Presidencia del
Gobierno. Aquí no cabría otra fórmula que unas primarias ciudadanas. ¿Apuntaban
las últimas declaraciones de Pablo Iglesias (“seré generoso”) hacia ese
escenario?
Quinto: Para decidirse por la confluencia o
no de toda la izquierda alternativa en una candidatura única hay que estar
también atentos a la frustrada experiencia de Syriza en Grecia, al frente común
de gobiernos neoliberales y social-liberales contra fórmulas políticas
similares a ella en Europa, al descenso experimentado por Podemos en las
últimas encuestas de intención de voto y a la baja participación en sus
recientes votaciones internas. Incluso, por qué no, a pensar si Pablo Iglesias
sería el mejor candidato de toda la izquierda alternativa.
Son muchos factores a tener en cuenta y
muchas las variantes que condicionan y cambian diariamente la intención de voto
de los ciudadanos, sobre todo los de izquierda, que suelen ser más volátiles
que los de derecha. Habrá que afinar mucho pero mi opción personal es la
confluencia, provincia a provincia, circunscripción a circunscripción, con las fuerzas
políticas y movimientos sociales más relevantes e influyentes en cada uno de
esos ámbitos de contienda electoral. Yo, particularmente, estoy harto de
divergencias, purismos, trayectorias, egoísmos y etiquetas. Hace años que vengo
reclamando, como muchos otros, un frente popular de izquierdas, similar al
histórico de 1934. Resulta que éste ya se ha formulado a priori en las
elecciones municipales y a posteriori en las autonómicas. Ahora, para las
generales, la opción es optar por dicho frente a priori o a posteriori. Aun a
riesgo de equivocarme, opto por lo primero e incluso propongo el nombre de la
candidatura estatal: Ahora en común,
Podemos. Dicho nombre conlleva la renuncia de otras siglas partidistas a
nivel estatal, autonómico o provincial, pero no la renuncia de personalidades
de dichos partidos o movimientos que en los actos electorales puedan exhibir
sus siglas. Como dicen muchos analistas de izquierda: “debemos unirnos para
ganar pero sin Podemos no podemos ganar y Podemos no puede solo”.
Pues suena muy bien tu eslogan. Muy unitario, muy podemos de verdad....
ResponderEliminarNo van a hacer caso, algo de no querer perder el poder de los de podemos hay.... y algo de rancio antiguo que no quieren cambiar en izquierda unida también..... Tendrían que ceder los dos, y no van ha hacerlo.
Has enviado esto a algún sitio de podemos. Insisto que el eslogan consigue de nuevo algo que se ha perdio un poco que es la ilusión de aquella manifestación hasta Sol
gracias FRANCIS lo eli pero lo volveré a leer detenidamente....porque RESUMES con objetividad la situación actual....y es bueno leer a quién sabe del tema....y puede dar explicaciones...que orienten.....para cuando llegue el momento.
ResponderEliminarBuen artículo Francí . El camino es la confluencia sin exclusiones ( partidos, movimientos sociales y ciudadanía )y con generosidad( no imposición de siglas).
ResponderEliminarSi no Pidemos tendrá buen resultado pero quedará muy lejos del PSOE .
Unas preguntas muy certeras las que realizas amigo Francí.
ResponderEliminarPor mi parte pienso que la Unidad Popular no se da a nivel estatal por carecer de movimientos político-sociales similares a los existentes en Madrid capital y Barcelona previos a las confluencias electorales, Municipalia marcó la hoja de ruta a todas las fuerzas políticas en Madrid capital, diseñó un espacio en el cual la confluencia era posible, una confluencia sin exclusiones y sin patrimonialismos, una confluencia en la que cabían las izquierdas y los de abajo que son los dos paradigmas dominantes en el espacio de ruptura y necesarios para conformar una gran mayoría social.
Creo que las dificultades siguen estando en el discurso y en entender que no se trata de conformar un Frente de Izquierdas, sino un gran espacio político en el que se encuentre cómoda toda una gran mayoría social. Eso es Ahora Madrid y Barcelona en Común. Eso será Catalunya Sí Que Es Pot.
Esperemos que Ahora en Común entienda esto y también Podemos. Ambas organizaciones están en el limbo político y no han sabido hacer una certera lectura política de las experiencias municipalistas de Madrid capital y Barcelona. Experiencias políticas la de Madrid capital y Barcelona que se caracterizan por hacer y no tanto por decir.