Ante las reformas emprendidas por los gobiernos de EEUU y de la UE, al hilo de la crisis, conviene recordar cómo nació en otro tiempo, en esas zonas del mundo, el Estado de Derecho. Fue un movimiento que buscaba romper con las estructuras políticas y económicas del Antiguo Régimen, impulsado por una clase social, la burguesía, que reclamaba participar en la toma de decisiones de ambas estructuras, acaparadas entonces por otras clases dominantes. Ese Estado de Derecho que nació a finales del siglo XVIII adoptó su primera versión, el Estado Liberal, que se desarrolló durante el siglo XIX. A continuación, durante el siglo XX, evolucionó hacia una segunda versión, el Estado Social, y de ésta a una tercera versión, el Estado Democrático, que es en el que nos encontramos. Sin embargo, el impulso frenético dado a las actuales reformas económicas y políticas, llevadas a cabo desde el poder por la alianza entre partidos conservadores y liberales, por un lado, y partidos progresistas y social-liberales, por el otro, parece conducir a una nueva versión de ese Estado de Derecho, quizás el Estado Neoliberal ‒delineado en la sombra por ese poder fáctico llamado “los mercados”‒, que añora, sin duda, ciertas prebendas socio-laborales de su bisabuelo, el Estado Liberal.
© Francí Xavier Muñoz, 2010
A diestra y siniestra
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. III
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