Uno de los argumentos que se cuela de rondón entre los defensores del neo-social-liberalismo económico en los partidos de gobierno occidentales, sean conservadores o progresistas, es la mayor competitividad de las economías del eje Asia-Pacífico. Argumentan los neo-social-liberales que Europa y Norteamérica tendrán que reajustar sus sistemas económicos para ser igual de competitivos que esos países asiáticos en el mercado global. Y todos ellos, interesadamente, olvidan mencionar que las dos razones fundamentales de esa mayor competitividad asiática son, por un lado, los menores salarios y derechos socio-laborales que tienen y, por el otro, la facilidad que tienen de colocar sus productos en los mercados occidentales en igualdad de condiciones que estos últimos. Hace muchos años, el ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, reclamó un arancel que gravara productos y servicios originarios de países con salarios y derechos socio-laborales muy por debajo de los estándares europeos. Su propuesta cayó en saco roto. Hoy, la Organización Internacional del Trabajo y los sindicatos que colaboran con ella parece que han renunciado a pelear en contra de esa desigual competitividad que nos aboca al retroceso en derechos duramente conseguidos.
© Francí Xavier Muñoz, 2010
A diestra y siniestra
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. III
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