http://www.nuevatribuna.es/opinion/franci-xavier-munoz/2012-04-09/piquetes-y-picotas/2012040922082800395.html
La reciente huelga general del 29M se ha llevado a cabo con éxito, a pesar del despliegue mediático y político de cierta derecha reaccionaria que no digiere bien todavía algún que otro derecho constitucional. Y, a pesar también, de los resortes autoritarios que se ocultan en algunos recursos formalmente democráticos a disposición de los poderes ejecutivos de turno. Esa derecha reaccionaria ha quedado retratada, una vez más, como adversaria sempiterna de la clase trabajadora reavivando, si no una lucha, al menos un conflicto de clases permanente entre el mundo del capital y el mundo del trabajo.
Frente a la campaña mediática y política
desatada contra los sindicatos, campaña de largo alcance, estos han demostrado
que, unidos, son más numerosos y más fuertes, y que con unidad se concita la
aquiescencia de la mayoría de los trabajadores. Siempre hay, claro está, quien
desconoce el pasado de las luchas obreras, que consiguieron dignificar el
trabajo asalariado y reconocer una serie de derechos laborales y
socio-económicos que no se hubieran conseguido nunca por concesión o iniciativa
de capitalistas o poderes públicos. Siempre hay quien todavía cree ingenuamente
que a los trabajadores se les ha concedido derechos desde arriba, ignorando que
esos derechos se han arrancado desde abajo.
La diferencia entre los piquetes sindicales
informativos y los piquetes empresariales es bastante sustancial. En los
primeros pueden darse, sin duda, desmanes agresivos o violentos, que siempre
serán censurables. Pero la gran mayoría de los mismos son pacíficos y
pretenden, eso sí, convencer con argumentos concretos o solidarios a quienes no
están bien informados o no se atreven a ejercer el derecho que les pide el
cuerpo. Sin embargo, todos los piquetes empresariales son violentos, pues
ninguno se limita a informar del derecho a la huelga del trabajador, sino que
pretenden conocer con días de antelación quiénes van a ser los huelguistas o
pretenden coaccionarlos con amenazas de sanción o despido e, incluso, les
informan de cómo deben acudir al trabajo sin ser identificados como huelguistas
en la calle. La derecha reaccionaria mediática y política nunca habla de estos
piquetes empresariales, lógicamente. Ignorarlos es la táctica que despliegan
para que no se hable de ellos. En esta última huelga, eso sí, alguna patronal y
su portavoz mediático de turno ha manifestado su deseo de que los piquetes sindicales no deberían existir ya, pues no
tienen sentido en la sociedad de la información del siglo XXI.
¿Nos imaginamos este último supuesto? Tratemos de visionarlo por unos
segundos. No pensemos en las grandes empresas donde las secciones sindicales y
sus delegados aseguran la denuncia de la coacción empresarial. Pensemos solo en
las empresas donde no hay secciones sindicales o estas son las promovidas por
el propio empresario. Sí, los sindicatos amarillos, que todavía existen y en
algunas empresas con implantación mayoritaria. Pensemos en estas últimas,
grandes, medianas, y en las pequeñas empresas o negocios que no cuentan con
representación sindical. ¿Alguien cree, con un mínimo de sentido común, que en
este tipo de empresas se podría ejercer el derecho a la huelga general de no
esperar la incómoda presencia de un piquete sindical? Y vayamos más lejos aún…
¿Alguien cree que sin la existencia de sindicatos mayoritarios y de legislación
sindical se podría ejercer, ni siquiera en un Estado democrático, el derecho a
la huelga general? ¿Estarían dispuestos, quienes defienden la ausencia de
piquetes sindicales, a que tampoco existiera ningún despliegue policial en
ninguna empresa pública o privada y a que la mínima coacción empresarial se
pudiera denunciar de manera inmediata a alguna autoridad pertinente? Porque
exigir la renuncia de una parte, la de los piquetes, sin ofrecer la propia, la
de las picotas, resulta un juego muy tramposo y demasiado evidente.
Por eso, nunca podremos agradecer en su
justa medida a todos los representantes sindicales, cuadros intermedios,
sencillos afiliados o trabajadores sin más que se ofrecen para ser piquetes
informativos, nunca podremos agradecerles lo suficiente, repito, la labor tan
importante que realizan por todos los trabajadores, huelguistas o no, pues sin
su esfuerzo y sacrificio ni una sola huelga general tendría visos de
realización en este país. Una labor que comienza tiempo antes en las empresas y
que se despliega especialmente en los días anteriores, culminando en la jornada
de huelga, arriesgando integridad física, multa, detención, prisión o juicio, o
todo a la vez. Más allá de lo mejor o peor que realicen su labor habitual los
sindicatos y sus delegados en los centros de trabajo, en una jornada de huelga
general hay que reconocerles el valor y el mérito de ser la imagen, la
avanzadilla, del resto de trabajadores que, unos por miedo, otros por
comodidad, se quedan en casa esperando, eso sí, en el fondo, que la huelga sea
un éxito. De ahí que las jornadas de manifestación hayan sido tan
multitudinarias en esta ocasión del 29M, porque en esta huelga general ha
habido más picotas empresariales, mediáticas y políticas que en las anteriores.
De ahí que en esta huelga general del 29M haya que reconocer muy especialmente el
coraje de los piquetes sindicales y agradecerles su labor.
© Francí Xavier Muñoz, 2012
Cuitas e ideas de un soñador desvelado. Vol. II
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