A pesar de que los neoliberales
se empeñan en decir, una y otra vez, que los sindicatos están anticuados, que
ya no existe la lucha de clases, que las clases sociales se han difuminado,
etc., esta crisis pone de manifiesto que todas estas afirmaciones no son del
todo ciertas. No es que el neoliberalismo haya zanjado la lucha de clases por
convertir a la clase trabajadora en clase consumidora. Los trabajadores ya eran
consumidores, pues ambos son los roles fundamentales que desempeñan, al mismo
tiempo, como agentes económicos en el flujo circular de la renta. Lo que sí ha
conseguido el neoliberalismo es desclasar a gran parte de los trabajadores,
haciéndolos creer que son solo consumidores y, además, con potencial infinito.
Así, gran parte de la clase trabajadora ha perdido su conciencia de clase como
tal, reconociéndose en una sola y aislada clase consumidora. Aunque a este
desclasamiento también han colaborado los sindicatos mayoritarios y los social-liberales.
Las clases sociales siguen existiendo y hay diversos indicadores que nos permiten
diferenciarlas. Uno de los más útiles podría ser uno que dividiera a los
trabajadores por cuenta ajena en función de los tramos de salario mínimo
percibido. A la izquierda le queda ahora recomponer la conciencia de clase de
los trabajadores.
© Francí Xavier Muñoz, 2012
A babor y a estribor
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. IV
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