La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, vuelve a la carga con uno de sus habituales globos-sonda que, para muchos, no son más que maniobras de distracción. Con la excusa de contener el déficit público, la lideresa propone reducir a la mitad el número de diputados autonómicos. La propuesta sería creíble si viniera acompañada de la misma proporción de reducción en el número de altos cargos y asesores de libre designación con los que cuenta la Comunidad de Madrid, lo que no es el caso. Y esto es lo peligroso de la propuesta de Aguirre, pues con ella culpabiliza de un exceso de gasto público a los políticos y no a los tecnócratas que trabajan para el Gobierno madrileño, algunos de los cuales no cobrarán sueldo fijo pero sí dietas para cubrir gastos por acudir a reuniones y Consejos. La lideresa se sitúa así, una vez más, a la cabeza del neoliberalismo en España que, entre otras cosas, lanza permanentemente el mensaje de que sobran representantes públicos y no tecnócratas, en línea con la concepción autoritaria que los neoliberales tienen de la democracia formal. Otra cosa muy distinta es que se abra en todas las Comunidades a la vez un debate para fijar el número de ciudadanos y kilómetros que debe representar cada diputado autonómico.
© Francí Xavier Muñoz, 2012
A babor y a estribor
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. IV
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