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El sábado 22 de junio, recién comenzado el verano,
mientras yo hacía unos arreglos en la casa donde almacené todas sus cosas
durante nueve meses, nuestro amigo Hugo se ahorcaba en un puente sobre el río
Manzanares. Nosotros lo hemos sabido ahora, cuarenta días después de la
denuncia oficial de su desaparición, aunque la Policía descubrió su
cuerpo el mismo día del suicidio, un suicidio motivado en parte por una ruina
económica, consecuencia de esta estafa que llaman crisis.
Yo conocí a Hugo en sus buenos tiempos, cuando sobrevivía
bien de sus trabajos de diseño y confección en teatro y musicales, o de los
cursos en la Universidad ,
financiados por la Comunidad
de Madrid. A lo largo de los últimos años habíamos coincidido en algunos
eventos de amigos comunes, gente del cine y del teatro. Y también nos poníamos
de acuerdo algunas veces para acudir a manifestaciones, desde que comenzó esta
estafa que llaman crisis. Nunca le pregunté a quién votaba o dejaba de votar.
Él me seguía, leía mis opiniones y artículos, y unas veces coincidíamos más y
otras veces menos, pero siempre nos unía la indignación por esta estafa global y
la rebeldía por intentar pararla.
Sin embargo, Hugo y yo comenzamos a intimar un poco más a
raíz de un viaje a Almagro a comienzos del verano de 2010, invitado él a un
homenaje al dramaturgo Francisco Nieva, con quien nuestro amigo había trabajado
en alguna ocasión. Ahí fue cuando comencé a saber que Hugo, argentino de
nacimiento, llevaba unos treinta años en España, que había sido propietario de
una Escuela de Moda en Madrid, que había diseñado y confeccionado vestuarios
para teatro y cine, y entonces comprendí por qué su agenda estaba repleta de actores,
actrices, directores, productores, diseñadores, periodistas, etc.
Hugo entonces vivía todavía bien en su piso señorial del
Parque de las Avenidas de Madrid. Sin embargo, en 2011 comenzaron a torcerse
las cosas. Los encargos para cine y teatro siempre se posponían (“ahora no hay
dinero” le solían decir) y la puntilla se la dieron con la supresión de los
cursos de estampación que impartía a través de la Comunidad de Madrid. A
finales de 2011 se vio obligado a dejar su vivienda y a viajar a Argentina para
resolver una herencia complicada que podía haberle resuelto un poco la vida. Yo
le aconsejé que no volviera, que se quedara en Buenos Aires, que ahora
Argentina despuntaba y que allí, a pesar de no ser ya joven, con todo su
curriculum podría encontrar trabajo decente, sobre todo en el tradicional y
prestigioso teatro bonaerense.
Hicimos la mudanza y almacenamos toda su vida material en
una casa de pueblo que tengo cerca de Madrid. Allí estuvieron sus cajas, libros
y costuras durante nueve meses. Hugo se resistía a pensar que, después de tres
décadas, España ya no tuviera sitio para un profesional como él y, cuando tuvo
la certeza de que la herencia era más complicada de lo que le habían dicho,
regresó a Madrid con un préstamo que le hizo su familia. Tuvo la suerte de
trabajar en 2012, una vez más, para Jaime Azpilicueta, en el vestuario del
musical My fair lady. Fue su último
trabajo. A partir de ahí, otra vez las expectativas: unos cuantos vestuarios en
proyecto que no terminaban nunca de cuajar. Hugo pagó algunas deudas y se quedó
con lo justo para sobrevivir, esperando una nueva oportunidad, que no vino
nunca más: ni vestuarios ni cursos…
Dicen que los pueblos latinos, de acá y de allá, tienen
una actitud ante la vida que les impide seguir con ella si no pueden sobrellevarla
con dignidad, y que prefieren quitársela antes de ser un incordio para
familiares o amigos. Nuestro amigo Hugo tenía esa dignidad. La estafa que
llaman crisis había reducido al extremo las posibilidades de sobrevivir con
vestuarios para cine o teatro. Los cursos que impartía para la Comunidad de Madrid
pasaron a mejor vida con los recortes. Y nuestro amigo Hugo dejó de ingresar
dinero, un mes tras otro, acumulando impagos y más deudas. Quizá también a su
última decisión se sumó la posible detección de un nuevo cáncer maligno que,
sumado a su precaria situación económica, hizo estallar la paciencia de nuestro
amigo. Su dignidad le llevó a no molestar a más familiares o amigos, a vivir en
silencio su extrema debilidad y su decisión final.
Siempre he pensado que el suicidio es el acto más cobarde
y al mismo tiempo más valiente que puede cometer un ser humano. Los clásicos
greco-latinos también así lo entendían. Nuestro amigo Hugo se quitó la vida con
la dignidad de quien no quiere vivir indignamente y en silencio, después de
haber gritado con nosotros en tantas manifestaciones. Sin embargo, su último
grito, el que sólo a él afectaba, se lo calló. ¡Hasta siempre, Hugo! En cierto
modo fuiste una víctima más de esta estafa que llaman crisis y que a tanta
gente de tu edad está dejando en la cuneta sin que a los grandes poderes les
importe lo más mínimo. Ellos solo manejan estadísticas. Nosotros, los de abajo,
manejamos emociones.
Reseña de Hugo di
Perna en http://www.myfairladyelmusical.es/el-musical/equipo-creativo.php:
HUGO
DI PERNA - Figurinista asociado
Su
trayectoria profesional se ha desarrollado en los ámbitos del diseño de Moda,
Teatro y Estampaciones Textiles para Espectáculos. En moda ha trabajado con
Herrera y Olliero, Jesús del Pozo y Elio Berhanyer entre otros. Dirigió la "Alta Escuela de Moda"
y el "Instituto
Profesional de Diseño y Patronaje". Por encargo de la "Escuela Superior de Moda de
París" (ESMOD) escribe el libro "Grandes Aliados de la Moda ". [+]
Sus
comienzos en teatro vienen de la mano de Francisco Nieva con quien colabora
asiduamente. También trabaja con Pedro Moreno, Javier Artiñano, Linsay Kemp,
Rosa García Andujar, etc. En cine, colabora con Ivone Blake o Gerardo Vera,
entre otros.
En
el terreno artístico realiza la serie de "Fotos
Bordadas" con Lorenzo y Pasquale Caprile, tapices que abrieron
la exposición de los Juegos Olímpicos de Pekín.
Actualmente
alterna sus trabajos de diseño de Moda y Espectáculos con su labor como
Profesor de Estampación y Diseño Textil en la Universidad Politécnica
de Madrid.
N o es necesario decirlo la estafa -crisis se esta llevando a mucha gente honesta.
ResponderEliminarMuy triste
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