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Comienza
la campaña electoral para la formación de las Cortes de la XII legislatura
desde la recuperación de la democracia con un sueño cumplido que muchos
deseamos y formulamos en voz alta desde 2010: la necesaria unidad de la
izquierda alternativa al PSOE. Mucho tiempo se ha tardado en conseguirlo pero,
al fin, se ha logrado y, ahora, vemos la ilusión reflejada en el rostro de un
amplio segmento del electorado español, que se siente representado -ahora sí-
por una coalición entre Podemos, IU y parte significativa de las mareas
sectoriales y confluencias territoriales. No ha sido fácil el camino recorrido
hasta aquí y, seguro, tampoco será fácil el camino que quede por recorrer en
esta nueva etapa que inicia la izquierda alternativa al PSOE, izquierda que aun
viniendo de distintas ideologías y recorridos, quiere ser también una izquierda
transversal con la que puedan sentirse identificados, para el momento actual y
las necesidades presentes, ciertos electores menos identificados con la
izquierda e, incluso, por qué no, hasta ciertos electores menos ideologizados
en general, hartos de la corrupción y las políticas empobrecedoras y hartos
también del bipartidismo. El nombre adoptado para dicha coalición, Unidos
Podemos, me vino a la cabeza en cuanto se comenzó a vislumbrar la posibilidad cierta de la
alianza electoral entre Podemos e IU, pues al fin y al cabo es el nombre que
mejor sintetiza la identidad de cada fuerza política. IU ya se había presentado
en diciembre pasado con la marca electoral Unidad Popular, así que ahora no
hace sino dar continuidad al eslogan en
el que lleva años insistiendo su líder más carismático, Alberto Garzón. Con el
nombre elegido quedan preservadas, por tanto, las ideas fuerza de ambas
formaciones, IU y Podemos, que son, a mi entender, la unidad de la izquierda y
la posibilidad de que ésta alcance el Gobierno alguna vez.
Sobre
esto último no tengo duda de que el establishment -la élite que gestiona
el poder político y económico- hará lo posible por impedirlo, desplegando una
fuerte campaña mediática en contra de Unidad Popular, a través de lo que el
profesor Vicenç Navarro llama siempre grandes medios de difusión y
persuasión que, en alianza con grandes corporaciones económico-financieras,
darán voz y contenido al mensaje del miedo que transmitirán convenientemente
los tres partidos que mejor representan o defienden los intereses de clase de
dicha élite económico-financiera: PP, Ciudadanos y PSOE. Nótese que digo
“representan o defienden” porque establezco un matiz diferenciador entre PP y
Ciudadanos, por un lado, partidos liberales de pro, y el PSOE, por otro,
partido que yo entiendo dividido desde hace mucho en dos familias ideológicas,
la socialdemócrata y la social-liberal, siendo la primera la que lleva las
riendas cuando el PSOE está en la oposición y la segunda la que lleva las
riendas cuando el PSOE gobierna. Creo que esta opinión puede ser ampliamente
compartida por los cinco millones de
votantes que tuvo Podemos en las pasadas elecciones generales de diciembre y
que lo convierten, así, en la esperanza socialdemócrata de ese electorado al
que, definitivamente, decidió abandonar el PSOE en 2010, con la rendición del
Gobierno de Zapatero a los dictados que ordenaba el neoliberalismo institucional
desde Washington, Frankfurt y Bruselas (sedes de la troika formada entonces por
la UE, el BCE y el FMI).
Y sí,
mal que le pese a los dirigentes del PSOE, éste no es el único partido
referente de la socialdemocracia en España, pues socialdemócratas son también
muchísimos votantes de IU y la mayoría de los votantes de Podemos. Estos
últimos días hemos escuchado al líder del PSOE, Pedro Sánchez, apelar a la
“socialdemocracia de corazón” de su partido, intentando establecer un
desesperado matiz diferenciador entre una supuesta socialdemocracia de origen
en el PSOE y una supuesta socialdemocracia sobrevenida en Podemos, resultando
un tanto patética esa autosuficiencia de Sánchez en asignar carnets de
socialdemócratas sólo a los votantes del PSOE, autosuficiencia que muestran
también otros dirigentes del PSOE en sus diatribas contra Podemos. Es evidente
que hablan a su parroquia pues el voto a
Podemos es, sobre todo, un voto desencantado no sólo con el PSOE sino con toda
la socialdemocracia europea, que en esta larga crisis económica no ha dado la
gran batalla contra los postulados neoliberales y ha dejado que éstos impregnen
las políticas implementadas desde Washington, Frankfurt y Bruselas. Una gran
parte del electorado de izquierdas en Europa ha percibido con nitidez el giro
de los tradicionales partidos socialdemócratas hacia postulados liberales y ha
entendido que el social-liberalismo se ha adueñado de dichos partidos,
volviendo sus preferencias electorales hacia otros partidos de izquierda que
abanderaban la vuelta a la socialdemocracia de origen, aunque fuera revisada en
tiempos de fuerte crisis económica y minoría parlamentaria y gubernamental en
Europa.
No
obstante, como decía antes, creo que el establishment hará lo posible
por impedir que Unidos Podemos pueda alcanzar algo de poder y para ello ya se
están recomendando coaliciones a tres o pactos que dejen gobernar a la lista
más votada que, según todas las encuentas, será el PP. Y a eso se emplearán a
fondo los grandes amigos externos del PSOE, que le harán ver la inconveniencia
de gobernar el país con Podemos. Una cosa son ayuntamientos y comunidades y
otra muy distinta, pensarán, es el Gobierno de la nación. Así que auguro un
Gobierno de Pedro Sánchez apoyado por Ciudadanos, si los escaños lo permiten, o
un Gobierno del PP en minoría, con la abstención parlamentaria en la
investidura de PSOE y Ciudadanos aunque, esta vez sí, consigan la renuncia de
Mariano Rajoy como candidato y su sustitución por otro menos manchado por la
corrupción. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ya ha dicho que “no habrá unas
terceras elecciones”, así que algo de esto barruntará si sus escaños y los de
Albert Rivera no le dan para llegar a La Moncloa.
Aún así,
si Unidos Podemos consigue ser la segunda fuerza política, de una o de otra
manera, conseguirá ser la principal fuerza de oposición a cualquier Gobierno de
liberales (de proa o de popa) que se constituya en la próxima legislatura y
creo que ése será un magnífico resultado para la coalición electoral que ahora
se estrena, pues asumiendo el liderazgo de la oposición y la visibilidad
homogénea de una alternativa a políticas neoliberales, su prospectiva electoral
no hará sino crecer para las próximas elecciones. Ahora bien, sigo echando en
falta una actuación más coordinada y efectiva con otras fuerzas políticas de
izquierda alternativa que confluyen con Podemos e IU en el Parlamento Europeo
porque, lo queramos o no, muchas de las políticas que se reclaman “de
izquierdas” tendrían que tener el beneplácito de ciertas instituciones y
organismos a los que los países de la Eurozona han transferido no poca
soberanía económica y, por tanto, ahora que se ha conseguido ese frente de
izquierdas tan reclamado en España y ya operativo en otros países como Grecia o
Francia, no estaría de más que comenzara a fraguarse ese frente de izquierda
alternativa en Europa, de lo que DiEM25, el proyecto impulsado por el
exministro de Economía griego, Yanis Varoufakis, quiere ser un decidido
precedente.
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