Algún economista recomienda al Gobierno que explore la participación de los trabajadores en los beneficios empresariales como fórmula de implicación activa y colaboración sindical. Una idea similar se propuso por alguna escuela de los años veinte del pasado siglo, idea recogida en España por un dirigente socialista de la II República. Sin embargo, si ya el capitalismo ha conseguido que los trabajadores releguen a un segundo plano su conciencia como tales, anteponiendo a ésta su conciencia como consumidores y clientes, habría que medir las consecuencias de una medida como la participación en los beneficios empresariales, que ensancharía aún más la brecha, pues añadiría una nueva conciencia como accionistas o inversores. No obstante, hay que reconducir de algún modo los excesos del capitalismo, que mima a sus directivos con sueldos y privilegios obscenos y constriñe a su plantilla con restricciones en derechos y salarios. Quizás una solución para que empresarios y trabajadores puedan compartir un espacio común de entendimiento -más allá de los beneficios económicos- podría ser la representación de los trabajadores -con o sin acciones, pero con voz y voto- en los consejos de administración, auténticos órganos de toma de decisiones estratégicas.
© Francí Xavier Muñoz, 2010
A diestra y siniestra
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. III
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