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http://blogs.publico.es/cartasdeloslectores/1702/30-de-mayo-3/
El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, compareció ante los medios y dijo: "El resultado tiene relación con la crisis económica y los españoles han mostrado su malestar; era un castigo previsible". Con estas palabras, Zapatero demuestra que sigue enrocado en su particular enajenación, esa que le ha llevado a la catástrofe, abjurando de su obligación como gobernante progresista, pues sigue sin darse cuenta o sin querer reconocer que el voto de castigo de una parte importante de su electorado no ha sido por la crisis, sino por la salida liberal a la crisis que ha aplicado su Gobierno. Ese electorado hubiera entendido las medidas aplicadas si, además, éstas hubieran venido acompañadas de otras tantas que recortaran a los que más tienen, como por otro lado no se cansaba de decir Zapatero sin que, después, sus palabras tuvieran concreción legislativa. Sus recetas, es cierto, eran más livianas de las que hubiera aplicado la derecha, pero para ser progresistas faltaba completarlas con recortes a las clases altas. Zapatero nos falló también fuera de casa, pues ni en la Internacional Socialista ni en la UE articuló una salida conjunta de la socialdemocracia a la crisis, aunque esa salida fuera inviable por la mayoría conservadora. Pero, al menos, esa izquierda hoy tendría una respuesta distinta.
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El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, compareció ante los medios y dijo: "El resultado tiene relación con la crisis económica y los españoles han mostrado su malestar; era un castigo previsible". Con estas palabras, Zapatero demuestra que sigue enrocado en su particular enajenación, esa que le ha llevado a la catástrofe, abjurando de su obligación como gobernante progresista, pues sigue sin darse cuenta o sin querer reconocer que el voto de castigo de una parte importante de su electorado no ha sido por la crisis, sino por la salida liberal a la crisis que ha aplicado su Gobierno. Ese electorado hubiera entendido las medidas aplicadas si, además, éstas hubieran venido acompañadas de otras tantas que recortaran a los que más tienen, como por otro lado no se cansaba de decir Zapatero sin que, después, sus palabras tuvieran concreción legislativa. Sus recetas, es cierto, eran más livianas de las que hubiera aplicado la derecha, pero para ser progresistas faltaba completarlas con recortes a las clases altas. Zapatero nos falló también fuera de casa, pues ni en la Internacional Socialista ni en la UE articuló una salida conjunta de la socialdemocracia a la crisis, aunque esa salida fuera inviable por la mayoría conservadora. Pero, al menos, esa izquierda hoy tendría una respuesta distinta.
© Francí Xavier Muñoz, 2011
A diestra y siniestra
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. III
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Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. III
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