y aquí estoy, otra vez, para besarte.
Sentado frente a ti, de nuevo,
lentamente voy moldeándote con mis manos.
Me costó un esfuerzo arrancar aquellas palabras
y me devolviste un beso largo y deseado
que hoy mis labios, tan tuyos,
desgarran de tu boca fresca,
como un alimento esperado.
Has ocultado el miedo
y el callado cansancio de una lucha diáfana contra la derrota,
y hoy mi cuerpo entero, al verte,
se descubre como frágil
desmayo hacia el desasosiego.
Ahora ya es irremediable
el silencio en mis labios, ahora que has entrado en mis noches,
sin más, buscándome.
Guardo para ti un mundo de insatisfechos deseos
que duermen escondidos
en los puertos de mis naufragios.
Francí Xavier Muñoz, 1992
El juego de la inocencia. Poemario II
Precioso poema.
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