“Primero, rescataron a los
griegos. Como no éramos griegos, no hicimos nada. Después, rescataron a los
irlandeses. Como no éramos irlandeses, no hicimos nada. Luego, rescataron a los
portugueses. Como no éramos portugueses, no hicimos nada. Más tarde, rescataron
a los españoles. Como no éramos españoles, no hicimos nada. Finalmente, nos
rescataron a nosotros, los italianos. Y, ahora, ya es muy tarde. Roma, 2013” .
Los sindicatos portugueses convocan para el 23 de junio un encuentro
nacional para reclamar la retirada de la firma del Memorándum de la Troika , así como la
retirada de los nuevos Tratados europeos. Los sindicatos alemanes convocan para
el 30 de junio un encuentro europeo en Colonia para exigir la no ratificación
del MEDE y del TEGC, así como la anulación del Memorando de la Troika. La CGT convoca una
huelga general en España para este otoño. Los mineros asturianos y leoneses
siguen en pie de guerra con su huelga indefinida, y los sindicatos mayoritarios
CC OO y UGT convocan el 18 de junio una jornada de apoyo a los mineros en toda
España. Cada semana hay alguna jornada de huelga o manifestación entre los
funcionarios españoles. Para el 20 de junio hay otra convocatoria de
manifestaciones en España contra los recortes del Gobierno. Los trabajadores
europeos, después de cuatro años de crisis, seguimos movilizándonos sin que,
por ello, los Gobiernos cedan en sus políticas de ajuste duro y recortes al
Estado del bienestar. ¿Por qué?
En mi opinión, porque la respuesta que las
organizaciones sindicales están dando a la gestión neoliberal de esta crisis
sigue anclada en luchas nacionales, sin que haya una estrategia decidida por la Confederación
Europea de Sindicatos (CES) para plantarles cara a los Gobiernos
y a las grandes corporaciones que los están manejando. La crisis es global, las
estrategias del poder financiero son globales, la respuesta de los gobiernos
europeos es global y, sin embargo, la acción sindical sigue siendo nacional,
tímidamente europea solo a la hora de leer declaraciones, entrevistarse con
mandatarios o manifestarse en las calles. Atrás han quedado un buen número de
huelgas parciales y generales en Grecia, Francia, Portugal, Italia y España que
de nada han servido. Los sindicatos mayoritarios europeos siguen pidiendo
esfuerzos a los trabajadores y a los afiliados, pero éstos siguen sin ver los
frutos de una estrategia que no lleva a ninguna parte.
Sin embargo, llevan cuatro años perdidos.
Desaprovecharon la primera ocasión cuando los gobiernos comunitarios salieron
en tromba a rescatar a sus entidades financieras, allá por el 2009. Luego, han
tenido más ocasiones, todas desperdiciadas. Ni siquiera la constatación de la
existencia del área GIPSI (antes PIIGS) en los ámbitos financieros europeos ha
movido a la CES a
declarar una estrategia conjunta de acción sindical contundente en esa área,
que comprende a Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia. Ni siquiera el
acróstico inglés empleado, que antes nos llamaba “cerdos” y ahora nos llama
“gitanos”, ha conseguido unificar la conciencia y resistencia sindical en esos
países.
Caben dos explicaciones más racionales, a
cada cual más desesperante. Una sería aquella que explica la parcelación
estatal de las luchas sindicales por ese egoísmo nacional que la crisis y su
gestión ha incentivado. Otra sería que los sindicatos mayoritarios estarían
esperando a una mayor federalización de la política económica y fiscal
comunitaria, con transferencia de soberanía y órganos ejecutivos con mando en
plaza en todas las economías que suscribieran dicha convergencia, lo que se ha
dado en llamar la “gobernanza europea”. En este caso, la CES tendría más capacidad de
acción unitaria. Pero mientras tanto, el Estado del bienestar en los países
GIPSI se desmantela a grandes pasos, y cientos de miles de trabajadores ven cómo
se reducen su poder adquisitivo y su seguridad laboral, además de su
prestaciones asistenciales, en una estrategia calculada para incentivar en
ellos el miedo a la protesta y, lo que es peor, para incentivar el rechazo al
extranjero, al que se culpabiliza no de la crisis sino de la lentitud en salir
de ella.
Cuando las grandes corporaciones del poder
económico y financiero luchan a brazo partido por sus intereses; cuando los
Gobiernos y Parlamentos anteponen los intereses de esas corporaciones a los
derechos de los ciudadanos; cuando los sindicatos mayoritarios europeos
renuncian a enseñar el músculo unitario que podrían desplegar… ¿qué nos queda a
los trabajadores para enfrentarnos a esta estrategia de achinizar Europa? Nos queda la organización en plataformas
políticas y sociales nuevas y distintas que, al final, podrían sustituir a
partidos políticos y sindicatos, con el riesgo que conlleva reinventar todo un
sistema. Pero si los poderes representativos políticos y sindicales nos sueltan
la mano, como está ocurriendo, parece que no queda otra alternativa, que tendrá
que ser totalmente nueva y distinta también.
Los movimientos sociales y políticos en red
son una de esas alternativas. La huelga europea, o al menos la huelga en los
países GIPSI, debería ser otra. De los sindicatos mayoritarios depende dar la
última batalla organizada por el Estado del bienestar. Si no dan la batalla
final ahora que España, y probablemente Italia, parece que van a seguir la
senda de Grecia, Irlanda y Portugal, habrán contribuido con su inacción a la
regresión irremisible de la
Europa social que hemos conocido hasta ahora. Quizás entonces,
cuando a los países GIPSI se les marquen las costillas, tenga que organizarse
la primera huelga europea en red, al margen de los sindicatos mayoritarios. Esa
sí que sería una alternativa nueva y distinta, aunque quizá ya fuera demasiado tarde.
© Francí Xavier Muñoz, 2012
Cuitas e ideas de un soñador
desvelado. Vol. II
Cuanta razón tienes, por eso debemos recuperar el intenacionalismo obrero que otros han perdido.
ResponderEliminar