viernes, 15 de junio de 2012

MI REFLEXION | Por la huelga europea en los países GIPSI

Publicado en: IZQUIERDA DIGITAL , C. LA IZQUIERDA , ISI-ISC

    “Primero, rescataron a los griegos. Como no éramos griegos, no hicimos nada. Después, rescataron a los irlandeses. Como no éramos irlandeses, no hicimos nada. Luego, rescataron a los portugueses. Como no éramos portugueses, no hicimos nada. Más tarde, rescataron a los españoles. Como no éramos españoles, no hicimos nada. Finalmente, nos rescataron a nosotros, los italianos. Y, ahora, ya es muy tarde. Roma, 2013”

   Los sindicatos portugueses convocan para el 23 de junio un encuentro nacional para reclamar la retirada de la firma del Memorándum de la Troika, así como la retirada de los nuevos Tratados europeos. Los sindicatos alemanes convocan para el 30 de junio un encuentro europeo en Colonia para exigir la no ratificación del MEDE y del TEGC, así como la anulación del Memorando de la Troika. La CGT convoca una huelga general en España para este otoño. Los mineros asturianos y leoneses siguen en pie de guerra con su huelga indefinida, y los sindicatos mayoritarios CC OO y UGT convocan el 18 de junio una jornada de apoyo a los mineros en toda España. Cada semana hay alguna jornada de huelga o manifestación entre los funcionarios españoles. Para el 20 de junio hay otra convocatoria de manifestaciones en España contra los recortes del Gobierno. Los trabajadores europeos, después de cuatro años de crisis, seguimos movilizándonos sin que, por ello, los Gobiernos cedan en sus políticas de ajuste duro y recortes al Estado del bienestar. ¿Por qué?

    En mi opinión, porque la respuesta que las organizaciones sindicales están dando a la gestión neoliberal de esta crisis sigue anclada en luchas nacionales, sin que haya una estrategia decidida por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) para plantarles cara a los Gobiernos y a las grandes corporaciones que los están manejando. La crisis es global, las estrategias del poder financiero son globales, la respuesta de los gobiernos europeos es global y, sin embargo, la acción sindical sigue siendo nacional, tímidamente europea solo a la hora de leer declaraciones, entrevistarse con mandatarios o manifestarse en las calles. Atrás han quedado un buen número de huelgas parciales y generales en Grecia, Francia, Portugal, Italia y España que de nada han servido. Los sindicatos mayoritarios europeos siguen pidiendo esfuerzos a los trabajadores y a los afiliados, pero éstos siguen sin ver los frutos de una estrategia que no lleva a ninguna parte.

    Un amigo me recordaba hace poco aquella entrevista del presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, con los dirigentes de la CES, en la que les advertía del posible regreso de regímenes autoritarios si la presión social rebasaba algunos límites. “Parece que les convenció”, decía mi amigo, decepcionado. Hace poco también leía yo una opinión en la que un sindicalista se preguntaba si toda esta estrategia de lucha sin resultado obedecía, en el fondo, a un concierto acompasado que busca el desistimiento, por inanición, de la clase trabajadora. Sería terrible que los sindicatos mayoritarios hubieran cedido a un chantaje o chalaneo de semejante tamaño. Prefiero quedarme con las escasas y contadas explicaciones que algunos sindicalistas han dado cuando se les ha preguntado sobre esta cuestión: “es muy lenta la toma de decisiones a nivel supranacional y muy difícil poner de acuerdo a sindicatos de varios países”. Parece que la crisis no solo despierta egoísmos nacionales en los Gobiernos sino también en los sindicatos.

    Sin embargo, llevan cuatro años perdidos. Desaprovecharon la primera ocasión cuando los gobiernos comunitarios salieron en tromba a rescatar a sus entidades financieras, allá por el 2009. Luego, han tenido más ocasiones, todas desperdiciadas. Ni siquiera la constatación de la existencia del área GIPSI (antes PIIGS) en los ámbitos financieros europeos ha movido a la CES a declarar una estrategia conjunta de acción sindical contundente en esa área, que comprende a Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia. Ni siquiera el acróstico inglés empleado, que antes nos llamaba “cerdos” y ahora nos llama “gitanos”, ha conseguido unificar la conciencia y resistencia sindical en esos países.

    Caben dos explicaciones más racionales, a cada cual más desesperante. Una sería aquella que explica la parcelación estatal de las luchas sindicales por ese egoísmo nacional que la crisis y su gestión ha incentivado. Otra sería que los sindicatos mayoritarios estarían esperando a una mayor federalización de la política económica y fiscal comunitaria, con transferencia de soberanía y órganos ejecutivos con mando en plaza en todas las economías que suscribieran dicha convergencia, lo que se ha dado en llamar la “gobernanza europea”. En este caso, la CES tendría más capacidad de acción unitaria. Pero mientras tanto, el Estado del bienestar en los países GIPSI se desmantela a grandes pasos, y cientos de miles de trabajadores ven cómo se reducen su poder adquisitivo y su seguridad laboral, además de su prestaciones asistenciales, en una estrategia calculada para incentivar en ellos el miedo a la protesta y, lo que es peor, para incentivar el rechazo al extranjero, al que se culpabiliza no de la crisis sino de la lentitud en salir de ella. 

    Cuando las grandes corporaciones del poder económico y financiero luchan a brazo partido por sus intereses; cuando los Gobiernos y Parlamentos anteponen los intereses de esas corporaciones a los derechos de los ciudadanos; cuando los sindicatos mayoritarios europeos renuncian a enseñar el músculo unitario que podrían desplegar… ¿qué nos queda a los trabajadores para enfrentarnos a esta estrategia de achinizar Europa? Nos queda la organización en plataformas políticas y sociales nuevas y distintas que, al final, podrían sustituir a partidos políticos y sindicatos, con el riesgo que conlleva reinventar todo un sistema. Pero si los poderes representativos políticos y sindicales nos sueltan la mano, como está ocurriendo, parece que no queda otra alternativa, que tendrá que ser totalmente nueva y distinta también. 

    Los movimientos sociales y políticos en red son una de esas alternativas. La huelga europea, o al menos la huelga en los países GIPSI, debería ser otra. De los sindicatos mayoritarios depende dar la última batalla organizada por el Estado del bienestar. Si no dan la batalla final ahora que España, y probablemente Italia, parece que van a seguir la senda de Grecia, Irlanda y Portugal, habrán contribuido con su inacción a la regresión irremisible de la Europa social que hemos conocido hasta ahora. Quizás entonces, cuando a los países GIPSI se les marquen las costillas, tenga que organizarse la primera huelga europea en red, al margen de los sindicatos mayoritarios. Esa sí que sería una alternativa nueva y distinta, aunque quizá ya fuera demasiado tarde.    


© Francí Xavier Muñoz, 2012
Cuitas e ideas de un soñador desvelado. Vol. II

1 comentario:

  1. Cuanta razón tienes, por eso debemos recuperar el intenacionalismo obrero que otros han perdido.

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