Se hace el deseo corto e interminable a la vez.
Se hace la noche densa como sal.
Se hace tu ausencia imposible de sobrellevar.
Tu mirada se incrusta en mis ojos destemplados,
arrancando la turbia soledad de mis lunas,
consolando el despertar de un amor enterrado.
Tus labios ocultaban mi presencia en el mundo.
Dormían sobre un caudal seco ya de ilusión
y amanecieron en el llanto
del rocío sin rumbo.
Se hace la noche densa como sal
y se hace tu ausencia imposible
de soportar.
© Francí Xavier Muñoz, 1992
El juego de la inocencia.
Poemario II
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