Ya
no tienes a los lobos detrás,
ya
los ahuyentaste a todos, por fin,
aquel
seis de agosto, cuando llegaste
dentro
de aquel ataúd de madera
y
todos esperábamos
verte
asomar
por
alguna entrada del cementerio.
Se
nos mudó la cara en piedra.
Fue
cuando comprendimos que aquello no era un juego
ý
que tú te estabas riendo de todos,
tantos
imbéciles que tan débil te creímos.
Tan
débil para dejarnos de aquella forma,
tan
débil para tragarte el dolor en silencio,
tan
débil para mandarlo todo a la mierda,
tan
débil para dejar suspendido tu cuerpo.
¿A
quién confiaste tus últimas ruinas,
que
no supo alertarnos
de
aquella inexistencia?
¿Por
qué te encerraste en un triángulo,
donde
siempre algún vértice
pierde
la última partida?
©
FRANCÍ XAVIER MUÑOZ, 2013
Buscando
formas. Poemario VI
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