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No estamos ante una nueva crisis del capitalismo sino ante una nueva crisis del Estado de Derecho. Este modelo de Estado, que nació como liberal en su primera versión, tras las revoluciones atlánticas de los siglos XVII y XVIII, sufrió una primera crisis en el período de entreguerras del siglo XX, de la que se salió reformulando el Estado liberal en Estado social de Derecho. Éste tuvo también su crisis, después de la Segunda Guerra Mundial, de la que se salió reformulando el Estado social en Estado social y democrático de Derecho. Y en esta su última crisis, desarmados los actores que modelaron la versión liberal del Estado de Derecho en versión social y democrática, retoman otros actores las armas para reformular un nuevo Estado de Derecho. Esos actores son los mercados (fondos de inversión o poder económico-financiero); es decir, los herederos de aquellos liberales del siglo XIX que impusieron las desamortizaciones de los bienes aristocráticos y eclesiásticos en beneficio de la burguesía, la clase social que ganó el pulso al Antiguo Régimen. Ahora, se trata de una clase social más reducida pero más poderosa, que cuenta con destacados miembros de la clase política que gobierna, propietarios también de fondos de inversión. Su objetivo es reformular el Estado social y democrático en Estado neoliberal de Derecho. La alternativa no puede ser otra que el Estado igualitario de Derecho, que haga reales y efectivas las igualdades ante y en la ley, que proclaman las Constituciones democráticas. Esta debe ser la construcción del altermundismo frente a la destrucción del capitalismo. Esta es la batalla que tenemos que ganar quienes creemos en la democracia y no en la dictadura, sea del capital, sea del proletariado. Están en juego la libertad, la justicia y la igualdad como ideales de Estado.
© Francí Xavier Muñoz, 2011
A diestra y siniestra
Cartas al Director y un grito desesperado. Vol. III
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