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Publicado en SOCIALISTAS A LA IZQUIERDA el 18/04/2012
http://socialistasalaizquierda.org/2012/04/abril-para-sonar/
“Abril para vivir, abril para cantar, abril
para sentir, abril para soñar”, que decía la canción de Carlos Cano, “Luna de
abril”. Y así se podrían haber sentido muchos de quienes asistieron, en la
segunda semana de abril, a tres actos consecutivos celebrados en la capital de
España: la presentación de Izquierda Abierta en el distrito de Vallecas, la
constitución de la
Plataforma Socialistas a la Izquierda y la
manifestación reclamando la III República.
A ellos se podrán sumar quienes asistan, en la tercera semana del mes, a la Asamblea General
de Republicanos. Abril, un mes en el que, como también decía la canción de
Carlos Cano, despierta la primavera y, en este caso, podríamos decir que una
primavera política agitada. En el ámbito de la izquierda, por supuesto, aunque
no falte quien, desde los aparatos de las formaciones políticas tradicionales, intente
menospreciar o ningunear todo lo que se mueve fuera de ellas.
En este sentido, tanto Izquierda Abierta
como Socialistas a la
Izquierda comparten, de entrada, un mismo objetivo: sumar
fuerzas en la izquierda, sin ir contra nadie, para plantarle cara a las
políticas neoliberales pero, también, para plantarle cara a la fragmentación
sempiterna de la izquierda española. Y ambas formaciones pretenden hacerlo
desde un concepto nuevo de organización política, flexible y amplia,
incluyente, participativa en red, que desborde los encorsetamientos
tradicionales para la aportación individual sin renunciar, por ello, a la
mínima coordinación y estructura que haga de dichas formaciones un proyecto
creíble, ilusionante y novedoso en el panorama de la izquierda española. El
reto es muy ambicioso pues se trata de poner de acuerdo a distintas
sensibilidades de la izquierda en un programa común y en unas acciones
conjuntas que sean capaces de articular un frente unido, lo más amplio posible,
ante las agresiones neoliberales a los derechos trabajosamente conseguidos por los
ciudadanos a lo largo de tantas décadas.
Ambas formaciones tendrán que tener en
cuenta, en mi opinión, el diseño de la representatividad política que hace el
injusto sistema electoral que tenemos en España, agravado especialmente en las
elecciones generales. También tendrán que vencer las resistencias no solo de
las organizaciones ya tradicionales en la izquierda sino también las de las
nuevas formaciones que se han ido articulando a lo largo de estos años de
crisis económica. Y, finalmente, tendrán que hacer un esfuerzo denodado para
dirigirse, sin aires de superioridad pero también sin complejos, a todos esos
colectivos políticos y sociales que forman el paisanaje amplio y plural de la
izquierda española. Ésta, a su vez, debe reflexionar muy seriamente sobre el
momento histórico, por crítico, que vive la ciudadanía española, y la
progresista en particular, así como la ciudadanía europea y su izquierda
política y social. Me refiero, lógicamente, a la izquierda que está a la
izquierda de los partidos gubernamentales de progreso, aunque puede ser tan
grave la inminente situación que sería deseable que a esa reflexión profunda de
la izquierda se sumara ese progresismo que ha abrazado sin ambages en los
últimos años el neoliberalismo económico. Aunque esto último es bastante
improbable que se pueda conseguir.
Ninguna de estas nuevas formaciones -como
ninguna de las de la izquierda en general- puede ni debe desenfocar la
auténtica eficiencia de su arriesgada apuesta que, en mi opinión, debería conducir
lo más rápido posible no solo a la estatalización sino, fundamentalmente, a la
europeización de la oposición antineoliberal, tanto en el ámbito político como
en el sindical. Los poderes financieros están demostrando su efectividad en la
defensa de sus intereses, pues lo hacen traspasando fronteras nacionales. Sus
gobiernos amigos también se muestran eficaces en la materialización de los
deseos de aquéllos, pues toman sus decisiones ejecutivas y legislativas de
manera transnacional también, en reuniones de ámbito comunitario o
internacional que, luego, aplican al dedillo a sus ciudadanos nacionales. Sin
embargo, todavía hoy, después de cuatro años de crisis, después de cuatro años
de europeización de mercados y gobiernos, los partidos políticos de izquierda y
los sindicatos mayoritarios siguen opositando, siguen luchando, país a país,
frontera a frontera. Y de esto está cansada la ciudadanía progresista porque,
creo yo, ve cómo esta fórmula de contienda política y social ha quedado
superada con creces por la contienda transnacional que libran poderes
financieros y políticos.
Ojalá estos dos nuevos proyectos que surgen
esta semana sean capaces de romper esa insoportable tendencia al ombliguismo
político de la izquierda y puedan abrir puertas y ventanas en esa casa común
que está tan dividida por habitaciones. Si, al final, se hace por la
integración de esas fuerzas de progreso en alguna formación de izquierdas ya
consagrada y con representación parlamentaria digna o, antes al contrario, se
hace por la suma y acompañamiento de esas fuerzas de progreso con estas otras
nuevas, da lo mismo. Aquí, creo yo, el fin sí justificaría los medios. Porque
el fin no es otro que la defensa del Estado del bienestar, la defensa de un
sistema económico que asegure el Estado social, la defensa de esa ciudadanía
que pierde a marchas forzadas recursos, seguridades y derechos. El fin no es
otro que la defensa de una sociedad digna para unas cuantas décadas.
Europa y, especialmente, la Europa de los PIIGS
(Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) se encuentra hoy en una
encrucijada quizá tan importante como la que decidió, hace ya más de doscientos
años, la suma de las fuerzas de la burguesía francesa con las clases populares,
que estaban excluidas del sistema político del Antiguo Régimen y que seguirían
excluidas del sistema político del nuevo régimen, el liberal-constitucional,
pero que vieron con claridad que, aunque los burgueses franceses no les
representaban del todo, desde luego rey, nobleza y clero, aliados, no les
representaban en absoluto. Creo yo que en algo parecido está esa Europa de los
PIIGS: una inmensa mayoría de ciudadanos, clases medias y populares, en
absoluto representadas y protegidas por las grandes corporaciones y sus
gobiernos amigos. Por eso, hoy como entonces, se necesita un pacto diáfano de
los de abajo contra los de arriba, no tanto para apartar a los de arriba del
sistema como para evitar que éste nos lo sigan imponiendo ellos. Un pacto
democrático, justo y equitativo, que no haga saltar por los aires lo construido
tan arduamente durante el último medio siglo de convivencia política, social y
económica en Europa.
La inquietud ante este panorama hace que
muchos reclamen cada vez con más fuerza en España un sistema político que
defienda de verdad los intereses generales, los intereses de la mayoría social,
y que erradique las corruptelas y los servicios prestados a grandes poderes que
solo protegen su inminente cuenta de resultados. Esa inquietud hace reclamar a
cada vez más ciudadanos un sistema político que replante lo podrido, que
refunda sobre algo nuevo y que emerja como garantía de un futuro digno para las
siguientes generaciones. Por eso, quizá, cada vez más ciudadanos se unen al
sentimiento republicano y a la demanda de una III República, no solo como un
sistema político que erradique la herencia de la Jefatura del Estado, sino
que erradique también la herencia de lo establecido por sistema y que los
mismos poderes de siempre quieren preservar, incluso cambiándolo todo para que
nada cambie. De ahí que, quizá con esa fuerza, esté creciendo ese sentimiento
republicano federal que esta semana a muchos nos convoca.
Muy bien Franci. Sin duda este Abril 2012, puede tener en medio de tanto desanimo y negros nubarrones una luz especial, todos lucharemos para que sea así.
ResponderEliminarEn mi opinión personal es un excelente articulo de opinión.
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