Sobre Enrique Jardiel Poncela, autor de "Un marido
de ida y vuelta", comedia de la que parte "Jardiel, un escritor de
ida y vuelta", sólo puedo decir que es uno de mis dramaturgos cómicos
favoritos junto a Miguel Mihura y Carlos Arniches. Siempre que hay un estreno
en Madrid de estos tres genios del humor acudo a la cita que nos propone alguno
de los directores que los representan. La última con Jardiel fue "Eloísa
está debajo de un almendro", a la que invité, como siempre, a mi madre,
que también comparte conmigo la predilección por este trío de ases
(Jardiel-Mihura-Arniches). En esta ocasión también se apuntaba mi pareja, a
quien le ha encantado la obra. Sobre ella, destaco la escenografía, con un
decorado circular que reproduce los palcos y la platea del María Guerrero, en
lo que yo interpreto como un guiño del director del Centro Dramático Nacional
(CDN), Ernesto Caballero, a Jardiel Poncela con el que quiere hacer notar que,
a partir de ahora, el Teatro María Guerrero y el CDN deben ser la casa natural de Jardiel.
Sobre los actores, todos muy bien, pero a mí me han gustado especialmente dos
secundarios: Luis Flor (en el papel de Sigerico) y Carmen Gutiérrez (en el papel
de Gracia), a quien ya he visto en series de televisión. Muy cómicas y
naturales las réplicas de él y genial la entonación y la ironía de cada frase
pronunciada por ella. La originalidad de esta obra, sin duda, radica en la
inclusión de Jardiel Poncela como actor de "Un marido de ida y
vuelta", que aprovechará los descansos entre actos para reflexionar ante
el público sobre su vida y su dedicación al teatro, monólogos construidos a
base de retazos de declaraciones públicas y prólogos que escribió para sus
obras. Es aquí donde me han emocionado algunas de las opiniones de Jardiel, que
tuvo la desgracia de ser incomprendido por los dos bandos que se enfrentaron en
la Guerra Civil y que luego convivieron en desigualdad de condiciones durante
el régimen franquista, lo que le acarreó a Jardiel años de amargura y ruina
económica. Muy acertada su reflexión acerca de cómo, durante la II República,
los extremos políticos a derecha e izquierda robaron a los españoles dos de sus
cualidades más bellas, el sentido del humor y el sentido de la humanidad,
conduciéndoles al peor enfrentamiento armado de su Historia. Llamativa es,
también, la escena en la que todos los actores abordan a Jardiel con preguntas
sobre sus desavenencias con la crítica y el público durante el franquismo y
también con los sectores más progresistas, que lo consideraban, por contra,
franquista. Y, finalmente, me ha encantado esa conclusión a la que llega el
espectro del personaje Pepe: "ahora que tengo tiempo me dedico al
Arte". © FXM

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