nueva tribuna
la casa de mi tia
tercera informacion
Ya ha
nacido el nuevo PSOE, al menos en los medios de comunicación, en los mensajes y
en los rostros de los nuevos dirigentes. Después del espectáculo bochornoso que
dieron de sí mismos los dirigentes socialistas, los militantes han dado una
lección -esta vez sí- de rebeldía e inconfomismo, apostando por el mismo
secretario general que ya eligieron una vez para resituar al PSOE en la
izquierda y enfrentarse, así, a la derecha tradicional, a la nueva derecha y a
la nueva izquierda que les robó unos millones de votos. El pulso entre
dirigencia y militancia, entre socioliberales y socialdemócratas se ha
resuelto, de momento, a favor de éstos. Ahora falta por ver que las intenciones
declaradas, los mensajes encapsulados y las declaraciones verborreicas se traduzcan
en propuestas legislativas, programas electorales y promesas gubernamentales
cumplidas. Y es aquí donde los espectadores seguimos teniendo muchas dudas
porque hemos pagado ya varias veces una entrada para un largometraje de
izquierdas y hemos salido de la sala de proyección atragantándonos con un film
liberal e, incluso, conservador.
Por más
que los socialistas culpen a Podemos de no gobernar por culpa de ellos, el PSOE
sabe perfectamente que para su hipotético gobierno necesitaba antes el apoyo de
Podemos que el de Ciudadanos y, por tanto, comenzar la negociación con este
partido antes que con aquél era, además de un mal comienzo, una afrenta y una
humillación para la izquierda española, de la que el PSOE de Sánchez se
reclamaba entonces parte considerable. Para formar un gobienro a la portuguesa
o a la valenciana no se comienza a negociar con el partido de centro-derecha
que va a rebajar tus propuestas sino, primero, con la izquierda que suma el
bloque de votos monolítico y, una vez consensuado un programa de gobierno
realista y progresista, tiempo habrá de ajustarlo a las demandas o exigencias
de ese tercer partido liberal que necesitas para formar gobierno. Pedro Sánchez
se equivocó en comenzar la negociación con Ciudadanos y relegar a Podemos al papel
de convidado de piedra que asiste a un pacto cerrado al que se le niega
posibilidad de grandes retoques. Aquella negociación no fue ni acertada ni
sincera desde una óptica de izquierdas y ese fue el motivo de que Podemos se
cerrara en banda a un apoyo parlamentario al gobierno del PSOE en minoría. Aún
así, visto el veto de Ciudadanos y de la dirigencia territorial e histórica del
PSOE a Podemos, yo defendí en aquel momento (http://www.nuevatribuna.es/opinion/franci-xavier-munoz/hora-gente/20160409182515127206.html) el apoyo
de Podemos a ese gobierno en minoría que planteaba Sánchez con el programa de
legislatura pactado entre PSOE y Ciudadanos, porque el partido de Pablo
Iglesias habría sido la oposición en España tanto al Gobierno como a la derecha
del PP, si bien es verdad que habría tenido que saber ejercerla y no consumirse
ante los posibles éxitos gubernamentales que habrían vendido PSOE y Ciudadanos
y que redundarían en una mayor proyección para esos partidos, que siempre
intentarían rentabilizar para sí mismos la acción del Ejecutivo antes que la
del Legislativo. Pienso que aquí Podemos pecó de impaciencia y que habría
ganado más que perdido de haber apoyado aquel Gobierno en minoría pues, ahora,
tendría la alternativa de ser oposición a todo, o bien, apoyo necesario a dicho
Gobierno.
De
alguna manera, el reloj se vuelve a poner en marcha casi en el mismo instante
en que se detuvo hace poco más de un año, pero con el riesgo para Podemos de
que el nuevo PSOE de Sánchez convenza a una parte considerable de la izquierda
de que ya se ha resuelto la crisis interna y que, ahora sí, el PSOE vuelve a
ser el partido de izquierdas que nunca tuvo que dejar de ser. Puede que los más
jóvenes caigan en esa tentación, la de creer a ciegas sin ver primero. Los que
ya no somos tan jóvenes y los que dejaron muy atrás la juventud han visto ya
demasiadas veces esta táctica del PSOE de ser muy de izquierdas en la oposición
y muy de centro (incluso de derechas) en el Gobierno, así que gran parte de esa
izquierda que abandonó al PSOE en estos últimos años no volverá a confiar en él
hasta que comience a gobernar, para comprobar si su giro a la izquierda es real
o publicitario. Y eso no ocurrirá hasta que cuente con el apoyo de Podemos, así
que podríamos decir que el juego vuelve a comenzar. La clave está en cuántos
electores crean ahora a Sánchez a pie juntillas y cuántos esperarán a ver si
hay sincera intención de colaborar con Podemos para ahormar un bloque de
izquierdas que revierta las políticas neoliberales de estos años, que tanta
desolación y pobreza han causado a las clases trabajadoras.
Muchas gracias, Francí, me ha parecido un artículo muy interesante. Lo comparto en mi muro. Yo tb defendí, pese al desencanto que me provocó P. Sánchez, que había que sumarse, pues el objetivo primordial, era echar a Rajoy y a los Ppros, y luego, ya se vería.
ResponderEliminarComo bien dices, estamos en el mismo punto, y desde luego, los que nos fuimos del PSOE, antes, incluso de estos hechos, mantenemos la incredulidad respecto al PSOE. No creo en milagros ni creo que Pedro Sánchez sea de izquierdas. Cuando me lo demuestre con hechos y no con razones y palabrería, podré volver a creer en el PSOE.
Magnifico articulo amigo Franci. Un saludo desde León.
ResponderEliminarMuy buen artículo amigo Francí. Yo creo que las dinámicas electorales ya se van percibiendo en las encuestas electorales. Dentro de las fuerzas progresistas el voto se otorgará al que se peciba como menos malo, una vez que se ha visto (allí donde gobiernan) que las diferencias entre PSOE y Podemos no son tantas. Estas encuestas ubican al PSOE como segunda fuerza electoral, cada día más cerca del PP y más alejado de Podemos. Un Podemos que como no espabile y vuelva a ilusionar a su electorado con hecho, no solo con vacías palabras, corre el riesgo de pasar a ser cuarta fuerza electoral por detrás de Ciudadanos y ocupando el viejo espacio IU.
ResponderEliminarBuen artículo, Francí!
ResponderEliminarComparto tu análisis.