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Al conectar la
radio el domingo a las ocho de la mañana escuché, sorprendido, que los Mossos
de Esquadra se estaban limitando a tomar nota de la situación en los colegios
electorales de Catalunya pero no los estaban cerrando. "Ha ganado el
sentido común", me dije, "ahora que voten y mañana ya se verá".
Al cabo de una hora, en el coche, escuchaba por la radio la primera entrada
agresiva de la Policía Nacional en un colegio de Barcelona. Me sorprendió
desagradablemente el cambio brusco que había dado el panorama en una hora y
pensé que esas órdenes eran el gesto del Gobierno a su electorado de extrema
derecha. Es la herencia recibida que
tanto le gustaba citar a Rajoy pero, en este caso, la de sus arraigos
franquistas, esos mismos que, al acabar el servicio militar, le movieron a
vestirse una camisa azul y acudir a un cuartel de la Guardia Civil mientras
Tejero y sus secuaces entraban a tiros en el Congreso de los Diputados el
23-02-1981, según contaba un periodista en el programa especial de La Sexta. La
Historia es lo que tiene, que lo explica casi todo...
Según fue avanzando
la mañana, con esas visitas tan poco amigables de policías nacionales y
guardias civiles a colegios electorales, caí en la cuenta de que era el
Gobierno central, con su torpeza habitual, el que estaba dando relevancia
jurídica a un acto que, según el Tribunal Constitucional, había sido suspendido
y que, según el ordenamiento jurídico español, carecía de toda legalidad.
Entonces, me pregunté, ¿por qué envían a las fuerzas de seguridad del Estado?
Es una contradicción que beneficia a quien convoca el referéndum. Para evitar
las cargas policiales contra población pacífica e indefensa lo lógico hubiera
sido permitir que el 1-O los catalanes se expresaran en las urnas -al fin y al
cabo un paripé, que decía el ministro del Interior- y que después el Gobierno
central hubiera comparecido para recordar a la Generalitat la ilegalidad del
proceso y proceder a la detención de cargos
públicos e intitucionales que hubieran participado en la ejecución del
referéndum. O, en todo caso, esperar a la declaración ilegal de independencia
para enviar, entonces sí, a las fuerzas de seguridad o al propio ejército pues
se estaría cometiendo un acto contra la soberanía de la nación española. Pero
lo fácil, como siempre, es actuar contra el pueblo ya que, como dice el dicho
popular, "entre delicuentes se entienden". Estamos ante dos gobiernos
radicales que llevan años retroalimentándose y cosechando votos a cuenta del
enfrentamiento territorial, aunque no hay que olvidar que los pirómanos que
encendieron la mecha fueron quienes ahora nos gobiernan, primero con aquel
boicot a los productos catalanes y, luego, con el recurso al Estatut de
Catalunya; norma política que, no lo olvidemos, contenía artículos que fueron
calcados por los estatutos valenciano y andaluz y que, sin embargo, en éstos no
se han recurrido. Un agravio más para los catalanes...
Cuantas más cargas
policiales veíamos en las redes sociales más se cargaban de razón los
independentistas y, ahora sí, el conflicto quedaría internacionalizado a partir
del 1-O. Daba la impresión de que, imitando a las repúblicas bananeras, los
españoles padecíamos una monarquía tomatera. Como muchas otras veces en nuestra
Historia, la derecha creaba un problema
para intentar solucionar otro. En este caso, si antes teníamos un conflicto por
el derecho a decidir, ahora tenemos un conflicto nuevo y más complicado, el
derecho a la independencia que proclamarán hoy muchos más catalanes que ayer,
gracias a la incompetente idea de entrar en los colegios electorales a la
fuerza, humillando el sentimiento catalán, que siempre ha sido inconformista
con el poder establecido. La Historia se repite y otra vez la España
centralista, patriótica y monárquica humilla el autogobierno y las instituciones
catalanas, un agravio más en la lista para la convivencia entre las dos
naciones. Claro que, como estamos huérfanos de estadistas y políticos
instruidos en Historia, así nos luce el pelo y así se toman las decisiones, sin
medir las consecuencias que tendrán al día siguiente. ¿Cree algún político
español sensato que, ahora, a los políticos independentistas catalanes -que hoy
habrán sumado unas decenas de miles de seguidores- les bastará con una reforma
constitucional o un Estado federal? Con la torpe y agresiva actuación policial
se ha sobrepasado un límite que no cabe en una democracia moderna y digital del
siglo XXI y estas heridas, en contra de lo que cree mucha gente, no
cicatrizarán salvo que se ofrezca mucho más de lo que pedían los defensores del
referéndum, que tan solo era la posibilidad de expresar su derecho a decidir;
parada en el camino a la que se ha llegado, no lo olvidemos, porque en La
Moncloa reside un indolente que ha dejado enquistar el problema hasta que ha
reventado y no ha tomado una sola iniciativa dialogante con el Govern durante
los últimos años. Su herencia recibida se
lo impedía y su cuota facha de votos, también.
La consecuencia
inmediata de esta inacción, que ha llevado finalmente a esta reacción
autoritaria y desproporiconada del Gobierno central, debería ser la
presentación de una moción de censura contra Rajoy por parte de la oposición,
liderada en este caso por el PSOE y el PNV (clave en lo que sucederá en los
próximos días), pues quien nos ha traído hasta aquí y quien ha agrandado un
problema que podía haber encontrado solución en un diálogo interparlamentario
entre Congreso y Parlament, no está
legitimado para seguir al frente del Gobierno de la nación pues no va a hacer
otra cosa que añadir más leña al fuego. O moción de censura o dejar de apoyar
al Gobierno central en las medidas que quiera emprender ahora para afrontar el procés catalán, convertido ya en
auténtico problema. Si Pedro Sánchez quiere sobrevivir a su resurrección no
tendrá más remedio que tomar partido y situarse, ya sin ambages, de frente a
Rajoy en este asunto, pues a partir del 1-0 la independencia de Catalunya será
el quebradero de cabeza de la política española durante muchos años y sólo un
Gobierno central que pacte un referéndum consultivo -que dé lugar
posteriormente a la negociación de un nuevo encaje catalán en el Estado
español- solucionará el conflicto para unas cuantas generaciones. O eso o una
reforma constitucional mucho más profunda y ambiciosa que cualquiera de las que
nos pudiéramos imaginar hasta el 1-O-17.
Lo más grave es,
sin embargo, la fractura social que se ha ensanchado entre esa mitad de
catalanes independentistas -que hoy habrá aumentado- y el resto de España,
representada en las fuerzas de seguridad estatales. Una fractura que ya no
tendrá solución quirúrgica y que afecta no sólo a gran parte de la juventud
catalana -esa juventud que en diez o quince años gobernará la Generalitat- sino
que afecta a estratos transversales de la sociedad y que todos hemos visto en esos colegios electorales
donde se mezclaban ciudadanos de todas las edades. Lo dijo un comentarista:
"no es la kale borroka vasca, es
la clase media catalana" la que se está manifestando contra la permanencia
en el Estado español. Con la inoportuna intervención policial de Rajoy esa
clase media catalana está ya, definitivamente, desconectada de España.
Las posturas de la
Iglesia catalana y española también aventuran que acaba de internacionalizarse
el conflicto y que, ahora sí, comienza el verdadero lío -en feliz expresión de
Rajoy- pues las denuncias de la Generalitat contra España en órganos
internacionales y europeos transformarán lo que era un conflicto local en uno
trasnacional. La UE, por fin, tendrá cumplida información de lo que acontece en
verdad en una parte del Estado español y ya no sólo por parte de representantes
institucionales sino de organismos civiles y asociaciones culturales. Hoy se
inicia el verdadero camino que conducirá a la independencia catalana, hoy se ha
dado el salto definitivo que querían Junts pel Sí y la CUP y eso es lo que,
torpemente, les ha concedido Rajoy: causa, mártires y vídeos, todos los
ingredientes necesarios para internacionalizar el conflicto catalán, que podía
haberse mantenido en conflicto nacional de haber actuado por la fuerza el
Gobierno central sólo en caso de declaración ilegal de independencia.
Totalmente de acuerdo con tu análisis compañero y amigo Francí.
ResponderEliminarHaces un relato muy ajustado a lo que todos hemos percibido y sentido. Un texto que suscribo por entero.
Enrique Dans, en su artículo titulado: "Gobierno listo, gobierno tonto: la gestión de la post-verdad", viene a decir lo mismo. Te dejo el enlace para que lo leas:
https://www.enriquedans.com/2017/10/gobierno-listo-gobierno-tonto-la-gestion-de-la-post-verdad.html
En este artículo de Enrique Dans se explica de una forma muy sencilla y certeramente cómo funciona la era digital en el ámbito de la información. Creo que la historia que relata y que es la que ha quedado como lo realmente sucedido (sea esta posverdad o verdad verdadera, eso poco importa), ha sido que la han conformado los medios digitales y, sobre todo, las redes sociales difundiendo las noticias que se ajustaban a su punto de vista y coincidentes con ese relato. La partida la ha ganado un gobierno listo frente a uno tremendamente torpe como lo es el de Mariano Rajoy; Rajoy se ha limitado a interpretar, con sus actores (Policía, Guardia Civil, declaraciones de políticos del PP, ...), el guión que de una forma minuciosa y precisa estaba en las mentes de los independentistas catalanes. El resultado ha sido 1 para Cataluña y O para España.
Veremos si, a partir de ahora, el resultado se mantiene o se invierte. Pero o cambian a Rajoy a través de una moción de censura o el futuro se vislumbra bastante negro.
Francí, muy certero lo que planteas. Lo comparto totalmente. Cuanto daño pueden hacer estos políticos mediocres que nos gobiernan!
ResponderEliminarEsta claro
ResponderEliminarLo que nadie se atreve a decir que también es muy fácil mandar a la calle a los ciudadanos con la excusa de "vamos a ser pacíficos" pero haciendo lo que nos da la gana, y si viene la policía pues nosotros seguimos haciendo lo que nos da la gana. Esto también está provocado de manera "muy educada" por el Catalán. De hecho, era lo que quería más que votar.... Es muy fácil también tirar la piedra y esconder la mano.... el va con guardaespaldas a todos los sitios y no le vi sentado en ningún colegio para evitar "pacíficamente" que no entrara la policía.......
Total, que a saber cuanto nos están robando los unos y los otros mientras no se habla de otra cosa........ y de como andan los problemas de la gente ya hablaran en navidades.....
Totalmente de acuerdo!
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